Search

Sermones

Tema 21: Evangelio de Marcos

[Capítulo 2-2] Resuelvan los pecados de su corazón creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu (Marcos 2:1-12)

Resuelvan los pecados de su corazón creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu(Marcos 2:1-12)
“Entró de nuevo Jesús en Capernaum después de algunos días; Y se oyó que estaba en casa. E inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aún a la puerta; Y les predicaba la Palabra. Entonces vinieron a Él, trayendo a un paralítico que era cargado por cuatro. Y como no podían acercarse a Él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaban, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: ‘Hijo, tus pecados te son perdonados.’ Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus corazones: ‘¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados sino Dios?’ Y conociendo luego Jesús en su Espíritu que cavilaban de esta manera dentro de si mismos, les dijo: ‘¿Por qué caviláis así en sus corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda?’ Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): ‘A ti te digo, toma tu lecho y vete a tu casa’. Entonces, él se levantó enseguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: ‘Nunca hemos visto tal cosa”
 
 
Antes de entrar en la lectura de las Escrituras de hoy quiero hablar sobre el precioso Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos dio para la gente que está aquí por primera vez. Les doy la bienvenida en nombre de Jesucristo, quien es la cabeza de esta iglesia.
En Efesios capítulo 5, está escrito, “Maridos, amad a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el levantamiento del agua por la Palabra, a fin de presentársela a sí mismo una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin Mancha” (Efesios 5:25-27). Esto significa que el Señor ha hecho que nosotros, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu naciéramos de nuevo y así de esta forma, nos amó tanto. Esto significa que así Dios ama, protege y bendice a su Iglesia. Es decir, “¡Ustedes, esposos y esposas en Cristo! Ámense los unos a los otros así como Dios amó tanto a su Iglesia.” Esta es la esencia de este pasaje.
Como pueden ver en este pasaje, Dios ha dado muchas bendiciones en cuerpo y alma a través de la Iglesia de Dios a ustedes y a mí que somos los miembros de su Iglesia. Doy mi más profundo agradecimiento a Dios por el hecho de que nos ama y nos ha bendecido a nosotros, los que asistimos regularmente a la Iglesia de Dios. Dios nos ama y cuida de la humanidad a través de su Iglesia. Es lo mismo que un esposo amoroso y su esposa cuidándose el uno al otro y apoyándose mutuamente en las buenas y en las malas. Así que hoy, a través de este pasaje de Efesios llegamos a darnos cuenta una vez más, del hecho de que nuestro Dios verdaderamente ha concedido todas las bendiciones que necesitamos, en cuerpo y alma tan generosamente a través de su Iglesia. Dios ha bendecido a ustedes y a mí que vivimos en Su Iglesia, para que podamos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu en todo el mundo y también nos ha dado todas las cosas que necesitamos en cuerpo y alma, mientras que vivimos en este mundo.
Sí, el Señor nos ha hecho morar en la Iglesia de Dios y limpió nuestras almas sin mancha ni arruga. Dios ha hecho a nuestras almas nacer de nuevo y recibir la preciosa bendición del Cielo al lavar nuestros pecados de una vez por todas por el agua clara del bautismo que recibió el Señor. Me pregunto cómo nos podríamos haber convertido en un miembro de la Iglesia de Dios si el Señor no nos hubiera dado el Evangelio del agua y el Espíritu. Ustedes y yo que estamos en la iglesia somos las personas que hemos recibido el cuidado, el amor y las bendiciones del Señor. ¿Cómo podríamos no creer en la preciosa bendición del Cielo en nuestras vidas, cuando el Señor se preocupa por nosotros tan devotamente con su Palabra de la Verdad y la vida? Este pasaje de Efesios capítulo 5 trata acerca de la relación entre Jesucristo y la Iglesia de Dios, no sobre la relación carnal entre un esposo y una esposa. Esto significa que Dios ha bendecido a ustedes y a mi tanto a través de su Iglesia. Debemos convertirnos en los Santos que creen en el amor y la bendición que el Señor nos otorga a nosotros y dar las gracias por ello. Alabado sea al Señor nuevamente, por darnos el Evangelio del agua y el Espíritu y hacernos capaces de predicar este Evangelio por todo el mundo.
Durante la edad de la Iglesia Primitiva, muchas personas, unas tres mil personas por día, se arrepentían y eran bautizadas dando testimonio de haber nacido de nuevo, cuando estaba predicando el Apóstol Pedro. Este fue el período de la primera lluvia del Espíritu Santo. Yo creo que tal obra de bendiciones se manifestará similarmente en esta época que estamos viviendo ahora. Esta época es verdaderamente el último período, es decir, el período de la última lluvia. Quiero decir, que se trata de la época cuando el Evangelio del agua y el Espíritu se manifiesta plenamente y las bendiciones del Espíritu Santo son abundantes. La obra del Espíritu Santo se refiere a la obra del Evangelio del agua y el Espíritu que estamos predicando ahora. Ustedes y yo debemos siempre comprender esto claramente. Estoy diciendo, que la manifestación sorprendente de la bendición de Dios durante la edad de la Iglesia primitiva, se repite ahora exactamente de la misma manera en esta época a través del Evangelio del agua y el Espíritu.
Los libros del Evangelio del agua y el Espíritu que estamos entregando a muchas personas que viven en el mundo, no los estamos enviando y sólo se desaparecen. Entre muchas personas se pasan nuestros libros por todos lados y así otros también vienen a recibir la salvación al entender y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Tantas personas que han encontrado nuestros libros han recibido la limpieza de los pecados en sus corazones por creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y se han convertido en perfectos hijos del Señor. No puedo sino dar gracias a Dios cada vez que leo los testimonios de salvación enviados desde todas partes del mundo. Doy gracias a Dios cada vez más y más, porque Él ha hecho todas las cosas que necesitamos en la Iglesia de Dios que sirven al Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Ustedes también están agradecidos con Dios?
Que Dios nos utilice en su obra justa, o sea, en la obra de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu ahora en estos tiempos finales, es una preciosa bendición que Él nos dio. Pensemos acerca de esto una vez más. ¿Cuánto bendición Dios nos ha dado a nosotros, los que celebramos reuniones de Re-avivamiento, ministramos en la Iglesia de Dios y publicamos libros sobre el Evangelio del agua y el Espíritu hasta ahora? Nuestro Señor no habría estado complacido ni otorgado bendiciones a nosotros si la obra que hacemos, no fuera la de predicar y servir al Evangelio del agua y el Espíritu.
Supongamos que un determinado ministro hizo que ofrecieran los miembros de su ministerio mucho dinero y construyó un templo de más de 12,000 metros cuadrados. Dado que fundó la iglesia y la hizo crecer, construyendo tal inmenso edificio de iglesia, la gente lo elogiaba como uno de los ministros más exitosos. Sin embargo, ustedes y yo no creemos así. Si él había exigido a la fuerza a los miembros de su iglesia el firmar el préstamo del Banco para construir este enorme y aristocrático edificio de iglesia que costó aproximadamente 5 millones de dólares, ¿nuestro Dios realmente estaría contento con su obra? ¿Daría Dios bendiciones sobre los Santos ofreciendo culto en un lugar así? ¿Sólo porque metieron 50,000 personas a su iglesia y aumentó el número de personas en su iglesia, pero no predicaron el Evangelio del agua y el Espíritu, es un ministerio con éxito? No, no lo es. Desde el punto de vista de Dios, es un ministerio fallido. Absolutamente, Dios no se complace con tal ministerio.
En realidad, no podemos personalmente llegar a todas las personas a lo largo de todo el mundo porque carecemos de fuerza física y medios. Pero vamos a poder predicar el Evangelio de Dios a todos ellas pronto, puesto que ya hemos preparado los libros impresos y los libros electrónicos del Evangelio del agua y el Espíritu para todos. Doy gracias por el hecho de que Dios nos ha dado estas bendiciones espirituales para ayudarnos a predicar el Evangelio del Señor continuamente de esta manera. Doy tal profundo agradecimiento a Dios por el hecho de que tenemos la Iglesia de Dios y de que tenemos fieles colaboradores que están haciendo la obra de Dios junto a nosotros.
Hoy veo muchas caras nuevas y sinceramente quiero que todos los que están aquí por primera vez conozcan la verdadera Palabra de Dios y acepten la Palabra verazmente y que lleguen a conocer al Señor, que ha venido por el agua y el Espíritu. Sinceramente quiero que acepten por la fe, el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor dio, tengan el perdón de sus pecados y lo crean de todo corazón. La única manera para que ustedes y yo, que hemos nacido en este tiempo final para lograr una exitosa vida es, conocer el Evangelio del agua y el Espíritu a través de la Palabra de la vida y creerlo con nuestros corazones.
Las personas que han conocido el Evangelio del agua y el Espíritu y creyeron en él en esta última era, son la gente verdaderamente exitosa espiritualmente. Sin importar cuánto sepamos nosotros de las doctrinas del cristianismo, es inútil. Es lo mismo, aunque uno use un collar con una cruz en su cuello y atienda los servicios de la iglesia muy esmeradamente. Se trata de una fe completamente inútil, si creen en Dios sin conocer la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, que realmente les da el perdón de los pecados en sus corazones.
 
 

Los cristianos que claman haber recibido la salvación pero tiene una salvación falsa

 
Hay muchos espectadores de iglesias que sólo profesan el cristianismo como una de las muchas religiones en este mundo sin conocer el Evangelio del agua y el Espíritu que nos dio el Señor. Una `religión` dista mucho de ser la verdadera fe. Una religión es algo que se hizo por los seres humanos; los seres humanos creen estas religiones hechas por el hombre por su propia cuenta y luego, las desechan si no están satisfechos con ellas. Eso es todo lo de una religión. Podemos encontrar muchas de esas religiones en este mundo.
Pero lo que es tentador es que la mayoría de los cristianos tienen hoy en día tal fe religiosa falsa. Aquellos que enfrentan el Señor por la fe de estas religiones, en lugar de la verdadera fe, piensan que han recibido salvación. Como en el caso de un embarazo imaginario, muchos cristianos creen hoy que han recibido la salvación Dios, a pesar de que en realidad no la han recibido. Como ustedes también bien lo conocen, no sólo los seres humanos, sino también los animales pueden tener un embarazo psicológico. Por supuesto, los hombres no pueden tener un embarazo psicológico incluso aunque quisiera, pero en ocasiones hay instancias cuando algunas mujeres tienen falso embarazo debido a que todas las mujeres tienen el instinto natural de tener sus propios hijos. Sorprendentemente, la mujer comienza a mostrar y tener náuseas cuando tiene un embarazo psicológico. También siente náuseas, vómitos y sus pechos se ensanchan como si estuviera realmente embarazada. Una mujer que tiene un embarazo psicológico es engañada, porque ella experimenta los mismos fenómenos que tiene una mujer que está realmente embarazada. ¿Pero cual es la realidad de esto? Ella no tiene ningún bebé dentro de su vientre. A pesar de que piensa que realmente tiene un bebé y también siente sus movimientos del feto e indicios de todo tipo de síntomas que experimentan las mujeres embarazadas, descubre que nunca tuvo un bebé desde el principio, cuando se hace un escaneo de ultrasonido para ver si el embarazo es real o no.
Hay muchos cristianos hoy que tienen un embarazo psicológico en cuanto a la salvación. Entonces, cuántas personas creen que han recibido salvación de Dios aunque no la han recibido, y sólo están experimentando un embarazo psicológico de salvación. Personalmente, pienso que sería imposible contarlos, porque hay tantos. En mi juventud, todos los miembros de mi familia solían creer antes en el budismo, pero eso, me enfermó, lo que me llevó encontrar a Jesús. Pero al principio yo era como una persona que tenía un embarazo psicológico durante 10 años, hasta que creí primeramente en Jesús. Tuve este tipo de fe por 10 años, diciendo, “Jesús me eligió antes de la Fundación del mundo y me conoció cuando llegó el momento adecuado. Él me ha enseñado las visiones, milagros y maravillas después de que haberme encontrado. Además, Jesús responde a mis oraciones siempre que le rezo. Por lo tanto, Jesús realmente es mi Salvador”.
En ese momento pensé que realmente había conocido a Jesús de la Verdad. No importa lo que la gente decía, incluso si alguien me amenazaba con matarme con un cuchillo, yo tenía una gran fe en Jesús como mi Salvador durante esos días y nunca negué esta fe. Estaba tan agradecido por la sangre del Señor que derramó en la Cruz siendo sacrificando, sufriendo dolor y recibiendo el juicio por mis pecados. Estaba realmente abrumado con el corazón de acción de gracias y lágrimas cuando pensaba en esta sangre de la Cruz. Por lo tanto, ni siquiera quería casarme. El matrimonio parecía sin sentido ante la presencia de Dios y por lo tanto, no había ninguna razón en particular para contraer matrimonio. Yo amaba y gustaba de Jesús mucho más que eso.
Pero empecé a ver un gran obstáculo en mi fe. Todavía tenía pecado en mi corazón a pesar de que yo había creído en Jesús tan fervientemente durante mucho tiempo. Intenté resolver el problema de mis pecados, siendo purificado de pecados a través de mis oraciones de arrepentimiento y también por creer y depender de la preciosa sangre de Jesús, pero realmente todavía tenía pecados en mi corazón. En ese momento, yo que había estudiado Teología del calvinismo también sabía las doctrinas del cristianismo profesionalmente. También creía en la doctrina de la santificación firmemente. Pero contrariamente a esta doctrina, todavía tenía pecados. Aunque afirmaba creer en Jesús y estudié Teología, seguía siendo un completo pecador.
Inmediatamente después de creer en Jesús como mi Salvador, la alegría se desbordó como un río en mi corazón, pero este corazón que se inundó de regocijo, gradualmente se fue secando al paso de 5, 6 y diez años. Cuanto más tiempo pasaba, más pecador traicionero me volvía y podía ver que yo era como un fariseo espiritualmente, ofreciendo un servicio de adoración formalista inconscientemente. Debo ser honesto y confesar que llevando mi vida espiritual entonces, era muy difícil. Sin embargo, incluso en medio de esa angustia, absolutamente no podía negar el hecho de que Jesús me salvó por la Cruz. Yo no podía negar la salvación del Señor, y simplemente pensé que mi problema era debido a mis carencias ante la presencia del Señor. Por lo tanto, creí en Jesús más fervientemente. Ofrecía mis oraciones de arrepentimiento con mayor diligencia, a veces ayunando y predicaba el Evangelio (aunque no era el verdadero Evangelio) más esmeradamente, ofrecido a hacer muchas cosas con mayor presteza y así servía al Señor muy fielmente.
Queridos compañeros creyentes, ¿qué piensan que me ocurrió después de eso? Los pecados de mi corazón no desaparecieron aunque creía en el Señor fervientemente con todas mis fuerzas. Había pensado que había recibido la salvación del Señor con mi propia imaginación durante todo ese tiempo, como una mujer con un embarazo psicológico. Yo pensé: “Tendría que haber sido ungido como un pastor cuando me gradué de ese seminario teológico y enseñar las Escrituras a los creyentes, pero ¿qué puedo hacer ahora ya que tengo pecados en mi corazón? ¿Cómo puedo enseñar las Palabras de las Escrituras a alguien cuando todavía soy un pecador ante la presencia de Dios? ¿Qué puedo hacer con mi alma?” Me arrodillé y oré a Dios: “Señor, tengo que salir al mundo para ministrar, pero todavía tengo pecados en mi corazón. Creo que Tú me has salvado de mis pecados y me elegiste. Sin embargo, ¿es realmente cierto que me has designado como un siervo de Dios?” Le pregunté esto a Dios. ¿“Dios, me has llamado realmente como uno de tus siervos? ¿O yo sólo me he llamado arbitrariamente como tu siervo y quería salir y hacer tu obra?” Así oré y le pregunté a Dios sinceramente.
Entonces me acordé de la Palabra del libro de los salmos que declara:
“Si el Señor no edificare la casa,
En vano trabajan los que la edifican;
Si Jehová no guardare la ciudad,
En vano vela la guardia” (Salmos 127:1). Como yo me preguntaba y contestaba por mí mismo ante la Palabra del Libro de los Salmos, pude escuchar una voz dentro de mí diciendo: “¿No estás intentando el ministrar por tu cuenta, a pesar de que Dios no te ha asignado como su siervo? ¿No estás haciendo esto según tus propios deseos? ¿Y no estás ministrando para ganarte la vida, después de todo?”
Yo estaba realmente angustiado. En ese momento, no tenía ninguna habilidad útil en el mundo y la única cosa que había estudiado era Teología y pensé que dejaría el ministerio de Dios, ahora para servirle con las cosas materiales si Dios no me asignó como ministro. Aun así, seguí los estudios teológicos con la determinación de que tenía que terminar por lo menos lo que había estado estudiando, pero mi alma realmente se afligió más con el paso del tiempo. Lo más deplorable era que todavía tenía pecados en mi corazón. Siempre que trataba de orar al Señor, estaba muy angustiado debido a estos pecados. Sufría más y más, angustiado, mientras buscaba como estos pecados dentro de mí podrían ser borrados completamente y volverme limpio como la blanca nieve. Había ofrecido así oraciones de arrepentimiento al Señor durante más de cinco años, pero mis pecados no fueron nunca borrados completamente. Los pecados de mi corazón se quedaron exactamente como estaban a pesar de que había orado, predicado el Evangelio y hecho la obra del Señor para deshacerme de estos pecados.
¿Por qué todavía tengo pecados en mi corazón cuando realmente creo en Jesús? Los pecados parecían limpiarse como blanca nieve cuando primero creía en Jesús, pero ¿por qué estos sucios pecados todavía permanecen intactos en mi corazón? Aún no pude encontrar la respuesta a esta pregunta en ese entonces. Por lo tanto, comencé a tener un sincero deseo en mi corazón de dejar el Ministerio y todo lo demás y sólo deseaba convertirme en un ser limpio y servir al Señor con un corazón puro, independientemente de que puesto tenía en alguna iglesia.
Por lo tanto, oré fervientemente a Dios con esta esperanza. Leí la Palabra de Dios una y de nuevo con este deseo. Realmente pensé que entendí la mayoría de las Escrituras cuando primero leí la Biblia. Pero cuando leí las Escrituras transcurridos 10 años con el corazón, sólo deseando que todos mis pecados se limpiaran, me di cuenta de que había muchas cosas que realmente no había conocido. Yo había leído claramente esta Palabra y le di gracias a Dios, alabé e incluso derramé lágrimas, pero comprendí el significado de esta Palabra, aún menos que antes cuando miré la Palabra después que tanto tiempo había pasado. Por lo tanto, oré a Dios una vez más: “Dios, no conozco tu Palabra que se manifiesta en las Escrituras. Había pensado que sabía todo sobre la Palabra de Dios, pero ahora me he convertido en una persona que no conoce nada. Sólo sería capaz de predicar leyendo un comentario o un libro de sermones, desde que soy así. Por supuesto, yo podía predicar así. Pero, ¿qué tipo de sermón sería ese? Hay algunos que dicen que han recibido gracia después de escuchar un sermón así. Sin embargo, lo importante es que yo mismo debo entender la Palabra de Dios primero, correctamente.”
Queridos compañeros creyentes, ¿pueden comprender la difícil situación en la que estaba? Es como sigue: antes de asistir al seminario teológico, había leído el Evangelio de Juan capítulo 1 versículo 29 que dice: “¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!” y yo entendí y creo en el exactamente como fue escrito. Sin embargo, después de asistir al seminario teológico y comenzar a aprender las diferentes doctrinas cristianas, interpreté este pasaje arbitrariamente de acuerdo con el marco de doctrinas cristianas que había alcanzado. Como resultado de ello, lo interpreté así: “¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado original de este mundo!” Definitivamente dice “el pecado del mundo”, pero yo lo había cambiado y lo leí así, “el pecado original”. Todo esto es porque yo tenía pecados en mi corazón en ese momento. Empecé a leer incluso las Escrituras así en ese momento ya que los pecados no fueron borrados, sin importar cuánto había ofrecido oraciones de arrepentimiento.
Y entonces en ese momento, quería entender la Palabra de la Escritura de nuevo, la Palabra de vida que Dios habló fundamentalmente a nosotros, no las doctrinas cristianas que había aprendido en el seminario teológico. Sin embargo, siempre eso era imposible ya que tenía pecados en mi corazón. Pero cuanto más leía menos podía entenderlo. Por último, llegué al final del camino, sin conocer a donde ir, y así oré a Dios desesperadamente: “Dios, no entiendo estas Escrituras. No entiendo nada. Por favor, abre mis ojos para que pueda comprender las Escrituras.” Después de eso, pensé en la Palabra de Dios que está registrada en el Libro de Levítico del Antiguo Testamento. Pensé, “Dios dijo que los pecados del pueblo fueron pasados mediante la ofrenda del sacrificio por imposición de manos en el acto de sacrificio. Dios dijo que los pecados entonces serían eliminados una vez que sacrificaban al animal, ponían la sangre en los cuernos de la ofrenda quemada y vertían el resto de la sangre en el suelo. Entonces, ¿adonde está su contraparte en el Nuevo Testamento?” Así que empecé a investigar sobre ello en las Escrituras. Busqué en las Escrituras con la confianza de que si Dios dijo esto en el Antiguo Testamento, seguramente tendría su semejanza acerca de cómo los pecados del mundo fueron expiados exactamente en el Nuevo Testamento.
Sin embargo, no pude fácilmente encontrar la Palabra de evidencia de que el ritual de la imposición de manos en el Antiguo Testamento era también cumplido exactamente de la misma manera en el Nuevo Testamento. Yo solía interpretar la Palabra de Dios, en el marco de las doctrinas teológicas porque había estudiado Teología durante mucho tiempo. Los comentarios de los teólogos en la Palabra, me llegaban antes de la Palabra de Dios a pesar de que yo quería olvidar completamente la mezcla de sus interpretaciones y entender sólo la pura y limpia Palabra de Dios por sí misma.
Por otro lado, el Señor finalmente otorgó tremendos estímulos sobre mí, después de que yo había intentado tan arduamente. El Señor me hizo comprender el Evangelio del agua y el Espíritu a través de la Palabra del Nuevo Testamento y el Antiguo Testamento. A través de esta Palabra de la Verdad, el Señor borró todos los pecados de mi corazón completamente que me habían angustiado hasta ese momento. Debido a que el Señor me enseñó el Evangelio del agua y el Espíritu, ahora soy capaz de estar aquí en este lugar y predicar la perfecta Palabra de Dios a ustedes. Doy gracias al Señor, que me dio esas grandes bendiciones. Doy gracias al Señor que me liberó del embarazo imaginario de la salvación y me dio el verdadero perdón de los pecados y la salvación.
 
 

“Hijo, tus pecados te son perdonados”

 
En el pasaje de las Escrituras de hoy, vemos un relato de cuatro hombres que pasaron por el atolladero de una multitud que se reunía cerca de la casa donde Jesús vivía y trataron de ir ante la presencia de Jesús con la determinación única de curar a un minusválido. Cuando ellos ya no podían acercarse más por la muchedumbre, se subieron al techo de la casa donde Jesús estaba, descubrieron las tejas e hicieron bajar al minusválido ante la presencia de Jesús. Entonces Jesús, viendo la devota fe de este minusválido y las personas que lo llevaban, dijo: “Hijo, tus pecados te son perdonados.”
Por supuesto, después de que creía yo en el Evangelio del agua y el Espíritu, mi fe se empapó de la Palabra, exactamente como está escrita, pero no podía entender el significado de esta Palabra antes, cuando no había conocido este verdadero Evangelio. Por lo tanto, oré una y de nuevo a Dios en ese momento para que me diera la correcta comprensión de la Palabra de Dios. Y Dios que me amó tanto y tuvo misericordia de mí, finalmente contestó a mis oraciones y me encontró por el Evangelio del agua y el Espíritu. Antes, podía entender hasta cierto punto de la Palabra que estaba registrada, en qué libro, capítulo y versículo en el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, pero no podía entender verdaderamente lo que Dios en realidad estaba diciendo en su Palabra. Pero pronto empecé a comprender toda la Palabra de Dios en mi corazón por la fe, después de aceptar al Señor, que vino por el agua y el Espíritu apropiadamente.
Leí la Palabra en el Evangelio de Mateo 3; la Palabra que el Señor habló a Juan Bautista mientras recibía el bautismo de él, que dice: “‘Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia’. “Entonces le dejó. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí, los Cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma y venía sobre Él” (Mateo 3:15-16). Yo ya estaba despierto al leer esta Palabra, y pensé: “¡Ajá! ¡Así fueron borrados todos los pecados! Esta es la Palabra exacta que cumplió las profecías del Antiguo Testamento”. Entonces, nada más me senté allí por unos 30 minutos sin pensar nada. Era como un agujero muy pequeño en los Cielos de la noche oscura y una luz brillante que atravesaba este pequeño agujero. Sentía como olas serenas extendiéndose en mi corazón, como si una piedrita cayera sobre la superficie de un lago silencioso, causando olas crecientemente.
Pensé, “Ah! Esto es cierto. Jesús tomó todos nuestros pecados sobre sí mismo por recibir el bautismo de Juan el Bautista. Fue capaz de llevarse todos los pecados del mundo a la cruz y morir en ella debido a este bautismo. Se convirtió en el Salvador para todos nosotros por ser resucitado de entre los muertos después morir en la Cruz. La imposición de manos en la ofrenda del sacrificio y pasar los pecados del pueblo a la ofrenda y tomar la sangre del animal y poniéndola en los cuernos del altar de la ofrenda quemada y el Arca en el Antiguo Testamento, fueron las verdaderas profecías sobre este bautismo del Señor. Jesús recibió el bautismo de Juan el Bautista, el representante de la humanidad, en el Nuevo Testamento al igual que el ritual del Antiguo Testamento de la imposición de manos.” Cuando adquirí este entendimiento, pude conocer al Señor correctamente. Tras encontrar al Señor que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu, finalmente recibí el perdón de mis pecados que yo tanto deseaba.
Entonces, las preguntas de mi corazón que se enredaban como espaguetis dentro de él se desenredaron y comencé a entender toda la Palabra desde el Génesis hasta el Apocalipsis. La brillante luz de salvación entró en mi corazón, que había estado tan oscuro y sombrío hasta entonces. Una luz muy fina penetró en mi corazón, no una gran luz como una explosión nuclear. Como el tipo de luz tenue que se ve afuera, desde la habitación, después de haber apagado la luz en la sala. Esa luz iluminó mi corazón. Esa luz me estaba hablando así: “La expiación de los pecados, hablada en el Antiguo Testamento se cumplió así en el Nuevo Testamento por recibir Jesús el bautismo de Juan el Bautista. El Señor me salvó por el Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor también ha salvado los pecados de todo el mundo perfectamente.”
Pude ver mi antiguo yo correctamente sólo después de encontrar al Señor apropiadamente a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Podía darme cuenta que yo, no había conocido el Evangelio del agua y el Espíritu y tenía un embarazo imaginario sobre la salvación. Sin embargo, cuando miré alrededor, había tanta gente que tenía un embarazo imaginario respecto a la salvación al igual que yo tenía. Había tantos cristianos que realmente no habían recibido salvación a pesar de que profesaban creer en Jesús. Después de recibir la expiación de mis pecados por el Evangelio del agua y el Espíritu, comencé a preocuparme por las almas de personas que tenían una fe errónea acerca de Jesús.
La idea de que alguien debe recibir la purificación de los pecados personales que comete cada día a pesar de que ha recibido el perdón del pecado original es un embarazo imaginario. La mayoría de los cristianos afirman que han recibido salvación, que se irán al Cielo, que son la gente de Dios, y que pueden llamar a Dios padre aunque todavía tienen pecados. Esto no es otro que el embarazo imaginario. Ellos creen que han recibido salvación aunque en realidad no han recibido la verdadera salvación. Pueden recibir la salvación verdaderamente genuina y eterna si conocen y creen en el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos dio, y fue tan frustrante para mí ver que aún no sabían esto.
Y así, decidí el investigar en literaturas cristianas, con el fin de comenzar la obra de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a las personas que no han recibido el perdón de sus pecados. Quería encontrar la respuesta a esas preguntas como: “¿Cómo nos convierten en nacidos de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Cómo los teólogos entienden el Evangelio del agua y el Espíritu? y ¿Qué dicen sobre ello?” Pronto empecé a dejar a un lado muchos comentarios, libros de sermones y disertaciones escritas por teólogos. Sentí que habían clamado el creer en Jesús hasta ahora con esas cosas incorrectas y absurdas. Me di cuenta de que muchos teólogos no han conocido nunca el Evangelio del agua y el Espíritu en lo absoluto a pesar de que pueden atestiguar la salvación con fiabilidad si creen en este verdadero Evangelio, como está escrito. Estaba tan frustrado, pero decidí buscar a través de más literatura cristiana, ya que no tenía en ese tiempo gran confianza en este Evangelio porque carecía de conocimientos. Así que decidí leer muchos libros sobre la gente famosa de este mundo.
Parecía que mis pensamientos eran correctos. Investigué desde el comienzo, desde el período de la reforma religiosa para buscar lo que aquellos reformadores religiosos habían dicho en ese momento, pero no había mención del Evangelio del agua y el Espíritu en ninguna parte de sus libros teológicos, sus libros de sermones, sus comentarios ni cualesquiera otros escritos. Esto era cierto, a pesar de que Dios habló claramente del Evangelio del agua y el Espíritu en las Escrituras, a pesar de que Jesús y los apóstoles de la edad de la Iglesia Primitiva creían en el Evangelio del agua y el Espíritu y predicaban el bautismo de Jesús, junto con su sangre de la Cruz.
¿Cómo puede no haber alguien que conozca este Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor había hablado claramente en las Escrituras? ¿Cómo puede ser posible? A pesar de que estaba muy contento de que encontré al Señor perfectamente a través de la Escritura, la presión de esta situación irónica fue inmensa. Pero a pesar de esto, mi fe en el Evangelio del agua y el Espíritu era absoluta. Los pecados que estaban dentro de mi corazón fueron borrados, limpiados como blanca nieve al leer el Evangelio de Mateo, capítulo 3. Todo el mundo debe nacer de nuevo por esta Palabra de Dios, es decir, por creer en el Evangelio del agua y el Espíritu con el corazón, al igual que el Apóstol Pedro dijo que una persona es nacida de nuevo por la Palabra eterna de Dios, no por oro o plata. La única manera para toda la humanidad que vive en este mundo para poder nacer de nuevo es, por creer en este Evangelio del agua y el Espíritu que nos dio el Señor. Estoy diciendo que una persona nace de nuevo por la fe de creer en la Palabra viviente de Dios, no por hablar en lenguas mientras reza o por ofrecer a Dios toda la riqueza material que tiene. El resultado es el mismo sin importar que tan fervientemente haya creído en Jesús y no importa cómo él o ella hayan tristemente creído en la sangre de la Cruz. Uno no puede recibir la salvación ni nacer de nuevo si tiene pecado en su corazón no importa los medios y métodos que utilice.
Pregunten a los cristianos de hoy que dicen que no tienen pecado en sus corazones. Cuando les preguntamos: “¿Cómo creen en Jesús como su Salvador? Díganme en que es lo que creen”, nunca dirán que ellos han nacido de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu como se indica en el Viejo y el Nuevo Testamentos. Debido a esto, realmente no han nacido de nuevo. Sólo están llevando una vida religiosa en una iglesia cristiana. Son simplemente pecadores que malinterpretan e imaginan que han recibido salvación, como una mujer experimenta un embarazo psicológico.
Estas personas están bien cuando se encuentran entre muchos pecadores cristianos, pero pueden ver su verdadera naturaleza cuando caen en una situación de estar solos y mirar en sus corazones. Dudan de su fe así, pensando, “¿De verdad he entrado en Cristo? O, ¿estoy todavía fuera de Cristo?” Y finalmente llegan a conocer que se han quedado completamente solos en un desierto sin estar unidos con Cristo y que simplemente, sólo se están aferrando a Cristo. Una persona puede ser consciente de si misma, si es una persona honesta ante Dios.
Hay tantos cristianos que no tienen la confianza que irán para el Reino de los Cielos, porque aún tienen pecados en sus corazones. Todavía tienen pecados en su corazón, porque no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor llevó a cabo. No importa que tan fervientemente un cristiano crea en el Señor, los pecados del corazón no pueden ser borrados si esa persona no conoce el Evangelio del agua y el Espíritu, y como resultado esos pecadores cristianos no pueden entrar por la puerta del Reino de los Cielos. Algunos de ellos pueden clamar que han nacido de nuevo, pero no dicen claramente cómo han nacido de nuevo porque no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu. Sólo dicen que han nacido de nuevo inconscientemente mientras que han creído devotamente al igual que todos los falsos maestros cristianos. Pero esto no es verdaderamente ser nacido de nuevo.
En consecuencia hemos celebrado recientemente reuniones de reavivamiento en todas nuestras iglesias en relación al título; “Obtengamos la certificación para la recepción de bendiciones celestiales.” Había tanta gente que tenía esta fe errónea que, tuvimos que celebrar reuniones de reavivamiento con ese título. El obtener esta certificación significa el tener la fe correcta, es decir, pasar la prueba de la fe y recibir el perdón de los pecados. Incluso ahora, los pecadores cristianos deben leer esta Palabra y profesar su fe con la correcta comprensión del método de nacer de nuevo ya que Dios ha dado este Evangelio del agua y el Espíritu a toda la humanidad. El Señor entonces, escuchará su confesión de fe y decidirá su éxito o fracaso. Uno habrá superado esta prueba si el Señor dice que él/ella ha pasado, pero él/ella habrá fallado si el Señor dice que no ha pasado, sin importar cuán grande sea.
Si todavía tienen pecado en su corazón, deben obtener la certificación de la salvación que les libera de todos sus pecados en el nombre del Señor. No serían aprobados para ir al Reino de Dios si no pueden obtener esta certificación de recibir la salvación de sus pecados, incluso aunque crean en Jesús en este mundo. Si nosotros no podemos recibir salvación en este mundo, no podemos recibirla en el Reino del Cielo tampoco. Esta es la Verdad absoluta.
Ustedes deben escuchar atentamente la Palabra sobre el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor dio, si desean obtener la certificación de la salvación que da el perdón de todos sus pecados. Ustedes pueden recibir la salvación sólo por medio de esto; por lo que deben prestar atención cuidadosamente a la Palabra de la Verdad, que es el Evangelio del agua y el Espíritu, y confirmarla en su corazón. Sin embargo, no importa cuánto dinero ofrezcan a una iglesia, que resultará ser una pérdida inútil de dinero si no se preocupan por el Evangelio del agua y el Espíritu, ignorándolo solamente. Cualquier fe que se crea sin conocer el Evangelio del agua y el Espíritu es una fe inútil.
No queremos aceptar esas donaciones. No traigan un sobre con efectivo y lo dejen en el púlpito de la iglesia, mientras que estamos celebrando una reunión de reavivamiento que predica el Evangelio del agua y el Espíritu. Ustedes no vienen a esta reunión para ofrecer dinero. El pastor que ministra aquí no le gusta recibir dinero. Pero pueden estar seguros de que los falsos Ministros siempre hablarán sobre dinero finalmente. Su teoría es como esta: “Puede recibir bendiciones en cuerpo y alma si ustedes creen en Jesús. Debe escuchar fielmente las enseñanzas de la iglesia y ofrecer mucho dinero si desean recibir bendiciones de este Dios.” Por lo tanto, les gustan creyentes que ofrecen mucho dinero. Hacen caso omiso de las personas que no ofrecen dinero en sus reuniones de reavivamiento. A tales gentes las ridiculizan en su corazón, pensando: “¿Cómo pueden ustedes venir sin nada en la mano ante de Dios cuando desean recibir bendiciones carnales de Dios?” Se pueden imaginar cuánto les gusta dinero, ya que algunos ministros saben cuánto hay en un sobre de dinero sólo tocando el exterior del sobre, como un banquero experto.
Yo estaba viendo un programa de televisión cristiana hace un tiempo, y un ministro que parecía predicador laico de reavivamiento fue a predicar sobre las mil ofrendas quemadas de Salomón. Durante esa transmisión, mucha gente llegaba con un sobre de efectivo para ofrecer mil ofrendas quemadas a Dios como Salomón. El predicador decía: “El pueblo del Antiguo Testamento llevaba y ofrecía una cabra u oveja a Dios. Ustedes deben ofrecer efectivo comparándolo a ello, también en esta época, así como ellos, pero hay algunas personas que desean recibir las bendiciones de Dios sólo ofreciendo un billete de a mil wons (equivalente a un dólar estadounidense).” Y al azar tomó uno de tantos sobres apilados delante de él y sacó el dinero en su interior y realmente tenía sólo… un billete de a mil wons.
Mi cara se sonrojó cuando vi a este predicador en la pantalla de la televisión. Como predicadores como él, yo estaba tan avergonzado. ¿En qué terrible situación estaría aquella persona que ofreció sólo mil Wons, para dar esa cantidad de dinero? El contribuyente de mil Wons podría ser una abuela. Supongamos que ahorro dinero que ocasionalmente recibía de sus hijos y daba mil Wons por aquí y por allá a sus nietos cuando llegaban a verla y que sólo le quedaban mil Wons. Si ella ofreció todo el dinero que quedaba en su bolso a Dios, ese dinero es más preciado que cien mil dólares.
El decía: “Es erróneo querer ver la manifestación de Dios y esperar el recibir las bendiciones de Él, cuando ustedes ofrecen mil Wons como parte de las mil ofrendas quemadas”. Quiero decir esto a ese predicador: “¿Qué tipo de predicador eres? Hay muchas personas sin hogar en este mundo. ¡Hay mucha gente que se preocupa por el almuerzo y la cena ahora mismo! Por favor, no midas la fe con dinero.”
Ya que estoy en este tema, quiero ir más lejos. ¿Creen que Dios estaba muy contento porque Salomón ofreció estas mil ofrendas quemadas? ¿Se vuelve loco Dios por recibir ofrendas? No, no es así. Entonces, ¿por qué está el predicador hablando acerca de las mil ofrendas quemadas ahora en esta época, y obligando a la gente a ofrecer dinero incluso cuando a Dios no le gusta? Uno no recibe salvación verdaderamente sólo por brindar valiosas ofrendas al Señor o incluso dar hasta mil ofrendas quemadas.
Muchos pecadores cristianos que tienen embarazos imaginarios con sus propios pensamientos por no conocer la Verdad de la salvación creen como sigue: “He recibido salvación de mis pecados porque Dios me ha predestinado para hacerlo. Sin embargo, voy a ir al Reino de los Cielos. Yo soy una persona de Dios. Dios es mi pastor y creo en que Dios me protegerá, me guiará y seguirá haciéndolo en el futuro, tal como me ha guiado y protegido hasta ahora.” Pero no pueden más que sentirse solitarios cuando se quedan solos. Están solos, porque el Señor no mora en ellos, que creen sólo de acuerdo con sus propios pensamientos sin la fe de entender este verdadero Evangelio del agua y el Espíritu correctamente. A pesar de que cantan: “No estoy solo mientras viva en este mundo, a causa de Jesús que habita en mi corazón”, y dicen con sus bocas que no están solos, pero la realidad es que son realmente solitarios porque no tienen a Jesucristo y sólo tiene pecados. Estos cristianos deben escuchar el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor ha hablado y también creer en él. Si hicieran esto, entonces todos sus pecados desaparecerían de una vez por todas por este Evangelio y van a recibir la salvación genuina del Señor y el verdadero descanso en sus corazones. Queridos compañeros creyentes, ¿me entienden ustedes?
Creo que hoy, me prolongué un poquito en cuanto al tiempo de la introducción. A partir de este punto, me enfocaré en el pasaje de las Escrituras de hoy.
 
 

La Palabra que el Señor habló al minusválido

 
Como dije brevemente hace un momento, el pasaje de las Escrituras de hoy describe un relato de las personas que llevaban un minusválido a Jesús con sólo la fe en el Señor incluso en el marco de una situación tan difícil. Jesús vio su fe devota y dijo al minusválido: “Hijo, tus pecados te son perdonados.”
Pero los fariseos que estaban siempre alrededor de Jesús lo criticaban, diciendo: “¿Por qué este hombre habla blasfemias así? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?” Los fariseos en ese tiempo eran las personas religiosas que creían en Dios Jehová como su Dios. Desde la perspectiva del Antiguo Testamento, eran las personas que creían en Dios muy fielmente. Sin embargo, no sólo, no reconocían a Jesús como el Hijo de Dios, sino que tampoco mostraban favor a ninguna parte de su Ministerio. Por lo tanto, aparecían donde Jesús estaba ministrando, interfiriendo y acosándolo.
Esos fariseos criticaron a Jesús, quien perdonó los pecados del minusválido aquí, y dijeron: “¿Por qué este hombre blasfema así contra Dios? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?” Pensaban que Jesús quien perdonó los pecados de una persona como si Él fuera Dios era arrogante, ya que no sabían que Jesús era realmente Dios. Los fariseos que tenían esos pensamientos murmuraban entre sí. Intercambiaban palabras sarcásticas criticando a Jesús, diciendo: “Es tan ridículo, ¿no es cierto? Dice que Él es Dios.” He oído algo muy chocante hoy. Escuché decir algo a Jesús que sólo Dios puede decir. Le dijo a un minusválido, “Hijo, tus pecados te son perdonados.”
Y Jesús, sabiendo los pensamientos de los fariseos que hablaban entre ellos dijo: “¿Por qué caviláis así en sus corazones? ¿Hablan entre ustedes porque les hace infelices que he dicho: “Hijo, tus pecados te son perdonados?” Y Jesús les dijo: “¿Por qué caviláis así en sus corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda?” Por supuesto, no podían fácilmente responder a esta pregunta, o no tenían el poder para decir, “Hijo, tus pecados te son perdonados” o decir, “Levántate, toma tu lecho y anda”. Es lo mismo para cualquier persona. Cualquiera puede tranquilamente decir esas palabras, pero nadie realmente puede decir esto si esa facultad no se manifiesta. Debido a que los seres humanos ni tenemos el poder de perdonar los pecados de una persona ni el poder para hacer caminar un minusválido, no podemos decir estas dos cosas.
Nuestro Señor sabía bien que esos fariseos que se reunieron alrededor de ellos no podían hacer estas dos cosas en lo absoluto. Entonces Jesús dijo: “Ustedes no pueden hacer esto. Sin embargo, estoy haciendo esto para hacerles ver que el Hijo del hombre tiene el poder de perdonar los pecados en este mundo.” A través de este relato, el Señor está diciendo que nos está haciendo saber que Él, que vino en carne humana naciendo de una mujer, es el Dios verdadero. Por lo tanto, Él tiene el poder de perdonar los pecados de toda la gente del mundo. Está escrito: “‘Pero que sepáis que el Hijo del hombre tiene poder sobre la tierra para perdonar pecados’ y dijo al minusválido, ‘A ti digo, levántate, toma tu lecho y anda’”. Cuando Jesús dijo esto, el minusválido inmediatamente se levantó y se fue. Muchas personas que se reunieron en torno a Jesús en ese momento fueron testigos de esta escena, se sorprendieron y dieron Gloria a Dios, diciendo, “¡Nunca antes hemos visto nada como esto!”
 
 

¿Qué tanto saben acerca de Jesús como el Salvador?

 
Tengo algo para preguntarles. Decimos que conocemos a Jesús y creemos en Él, pero ¿Qué tan bien conocen este Jesús? ¿Cómo entienden sus corazones a Jesús? ¿Saben ustedes y creen que Jesús es Dios que creó este universo? Estoy preguntando si ustedes saben que Jesucristo, que vino a este mundo como nuestro Salvador es realmente Dios quien creó el universo y todas las cosas en él. Él creó el universo sólo diciendo, “Sea la… Sea la…” como está escrito en el Libro del Génesis, capítulos 1 y 2. Jesús es el creador. Jesús es el único Hijo unigénito de Dios padre, pero al mismo tiempo, también es Dios que creó el universo y todas las cosas en él.
Ustedes y yo debemos saber perfectamente que, este Jesucristo es Dios. Si alguien sólo cree en Jesús como el Hijo de Dios aunque diga que cree en Él como Salvador, pero considera que es inferior a Dios padre en poder, entonces tiene un malentendido de Jesús. La pregunta: “¿Cómo entendemos y creemos en Jesús?” es un asunto muy importante. No podemos tener la fe correcta si no entendemos la persona de Jesús correctamente. Incluso después de creer en Jesús, es difícil para uno el creer en la Palabra de Jesús y el seguirlo si la persona no puede entender correctamente que Jesús es realmente Dios.
Jesús mismo es claramente el Hijo de Dios padre, pero Él es el Dios absoluto para todos nosotros. Él es el Salvador que nos liberó de todos nuestros pecados por el Evangelio del agua y el Espíritu y también el pastor que conduce a ustedes y a mí por el camino justo. Claramente es el juez del Cielo y el Dios Omnipotente absoluto. Por lo tanto, el Señor dijo en pasaje de las Escrituras de hoy: “Pero que sepáis que el Hijo del hombre tiene poder sobre la tierra para perdonar pecados.” El Señor quería que nos diéramos cuenta de que Él tenía el poder de perdonar los pecados de la gente en este mundo y que es Dios, quien practica ese poder.
Nuestro Señor borró todos nuestros pecados por esta Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Y Él fue resucitado de la muerte y se convirtió en nuestro verdadero Salvador. Jesús es el Señor que vendrá de nuevo otra vez en el futuro, al final de los tiempos y nos llevará al Reino de los Cielos y es el juez del Cielo, que juzgará a todos los infieles. La gente puede saber todas estas cosas, cuando conozcan al Señor perfectamente a través de la Palabra de Dios. Esto es precisamente el conocimiento adecuado y correcto de Jesús.
¿Cómo borró Jesús los pecados de la humanidad? ¿Cómo borró todos nuestros pecados? ¿Ha dado Él, perdón de nuestros pecados sólo derramando su sangre en la Cruz? ¿Llegan ustedes a entenderlo así? Entonces, ¿Qué es lo que Señor da a entender cuando dijo en el Evangelio de Juan, capítulo 3, que una persona no puede ni ver, ni entrar en el Reino de los Cielos o encontrar incluso al Padre, si no ha nacido del agua y el Espíritu? Jesús dijo claramente que uno debe nacer de nuevo por el agua y el Espíritu a fin de entrar en el Reino de los Cielos y ver a Dios. Estaba diciendo que una persona con certeza, no puede entrar en el Reino de Dios o incluso ver a Dios si él/ella no nace del agua y el Espíritu. La única manera que tenemos de nacer de nuevo y convertirse en los perfectos hijos de Dios es creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Para ello, debemos primero conocer claramente qué tipo de persona es Jesús. Podemos entender correctamente el Ministerio de la salvación que hemos recibido del Señor, sólo si entendemos con nuestros corazones cómo Jesús que es Dios, vino a este mundo y nos salvó a través de la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu y cómo nos hizo nacer de nuevo.
Pero ¿cómo entienden a este Jesús las personas de estos días? A pesar de que creen en Jesús como su Salvador perfecto, pusieron una brecha entre Jesús y Dios padre en la cuestión del poder divino. Diferencian Dios padre, de Jesús. Sin embargo, estas dos personas son ambos el mismo Dios. A pesar de que los fariseos que aparecen en el pasaje de las Escrituras de hoy criticaron a Jesús por decir algo que sólo Dios puede decir, Jesús realmente es Dios, quien puede decir a ustedes y a mí: “Hijo, tus pecados te son perdonados.” Es porque es realmente Dios. Es porque el Señor vino a este mundo y tomó todos nuestros pecados sobre sí mismo, exactamente como fue escrito en el Antiguo Testamento, tomó esos pecados y fue crucificado hasta morir en la Cruz y nos salvó perfectamente al ser resucitado de entre los muertos.
¿Han pasado ustedes todos sus pecados a Jesús por la fe? No me cabe duda de que creen en la sangre de la Cruz. Pero la cuestión es si han pasado o no todos sus pecados a Jesucristo a través de la Palabra. A pesar de que creen claramente que Jesús se llevó consigo los pecados del mundo, fue crucificado y murió derramando toda su sangre, fue resucitado de entre los muertos y ascendió al Cielo, todavía tendrán los pecados de este mundo en sus corazones fundamentalmente, si sólo creen en la sangre de la Cruz que Jesús derramó para recibir el juicio en nuestro lugar. Debemos por lo tanto, creer junto con esta Cruz, que Jesús vino a este mundo y tomó todos nuestros pecados que estaban dentro de nuestros corazones sobre su cuerpo por su bautismo. Los pecados de sus corazones son totalmente borrados sólo cuando ustedes entienden y creen en esto claramente.
El Señor dijo, “Y conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará libres” (Juan 8:32). Su fe es como un embarazo imaginario si no entienden esta Verdad de que sus pecados fueron pasados a Cristo Jesús por el bautismo que recibió el Señor. Me refiero a que creen que han recibido salvación a pesar de que no la han recibido, como una mujer pensando erróneamente que está embarazada, aunque no lo está. No importa cuánto creen, pensando: “Absolutamente creo en el Señor. Yo creo en el Señor que se llevó todos los pecados del mundo, fue crucificado hasta morir en la Cruz y nos salvó al ser resucitado de entre los muertos. Jesús es el Hijo de Dios y el Dios que nos creó”, es simplemente un embarazo imaginario si no entienden completamente la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. No importa que tan ardientemente ustedes crean en Jesús, los pecados de su corazón no son borrados si creen de esta manera. Incluso si ustedes creen con su cerebro y también creen con su corazón, los pecados de su corazón permanecen intactos, exactamente como fueron grabadas al mirarse a si mismos.
Dios ha grabado los pecados de una persona en dos lugares, como está escrito:
“El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante;
esculpido está en la tabla de su corazón,
y en los cuernos de sus altares” (Jeremías 17:1).
El primer lugar en el que Dios ha grabado nuestros pecados es en las tablas de nuestro corazón. Una persona que sólo piensa por si mismo que tiene un pecado, no es un pecador. Una persona que tiene pecados que Dios realmente ha grabado en su corazón es el pecador real. Una persona que reconoce los pecados que Dios ha señalado como pecados es el pecador verdadero. Dios ha grabado nuestros pecados en la tabla de nuestro corazón así, y también ha grabado nuestros pecados en su libro del juicio. Dios ha grabado todos los pecados de los pecadores en el libro del juicio con el fin de juzgar a los que no crean en el Evangelio del agua y el Espíritu al final de los tiempos.
Como Dios ha grabado todos nuestros pecados en dos lugares, nuestro Señor tenía que borrar todos los pecados grabados en ambos lugares completamente al venir a este mundo. En primer lugar, ¿cómo borró Él los pecados que se grabaron en las tablas de nuestros corazones? El Señor pasó los pecados de nuestro corazón a sí mismo al recibir el bautismo y entonces, los limpió. El Señor nos hizo ‘gente justa’ sin ningún pecado al llevarse esos pecados a la Cruz, ser crucificado, derramar sangre y morir por ellos. Sin embargo, el Señor tuvo que borrar nuestros pecados también del libro del juicio que tiene el nombre de las personas que deben recibir el juicio debido a sus pecados. Y Él verdaderamente cumplió esta justa obra a través de su bautismo y su muerte en la Cruz. Él, por tanto, nos ha salvado perfectamente de todos nuestros pecados que han sido registrados en dos lugares.
Una persona con certeza, no ha encontrado al Señor si todavía tiene pecados en su corazón a pesar de que el Señor misericordioso ha borrado así todos los pecados del mundo. No importa que tan firmemente crea que Jesús es su Salvador, es simplemente una persona que tiene un embarazo imaginario. Seguro que esa persona no puede volverse un cuerpo con Cristo. Esa persona no es un ciudadano del Reino de Dios o está en un mismo barco con Dios. No tiene nada que ver con Dios.
Les recuerdo que su fe es como un embarazo imaginario si no conocen la divinidad de Jesús correctamente, como los fariseos de aquella época, y también no pueden creer que Jesús ha venido a este mundo por el Evangelio del agua y el Espíritu y borrado todos sus pecados, a pesar de que creen que reconocen a Jesús correctamente. En primer lugar deben saber que son como el minusválido que aparece en el pasaje de las Escrituras de hoy, para realmente entender y creer en este Evangelio del agua y el Espíritu.
Como también saben, un minusválido no puede hacer nada por si mismo. Somos como este minusválido. Ustedes y yo también no podemos hacer nada por nosotros mismos para borrar cualquiera de nuestros pecados. La parálisis es una enfermedad que viene de daños al cerebro. El lado izquierdo del cuerpo se paraliza cuando la parte derecha del cerebro sufre desórdenes, y se paraliza el lado derecho del cuerpo cuando la parte izquierda del cerebro está dañada, y todo el cuerpo se paraliza cuando ambos lados del cerebro están dañados. Uno no puede incluso tomar alimentos y comer adecuadamente y no puede incluso hablar claramente cuando está sufriendo parálisis. La característica más especial de la parálisis es que uno no puede poner sus pensamientos en acción a pesar de que puede pensar sin problema.
Entonces, ¿cómo somos nosotros? Sabemos bien que no deberíamos cometer pecados. Podemos pensar claramente lo que a Dios le gusta y lo que Él detesta. Seguimos cometiendo pecados con nuestras acciones, aunque pensamos correctamente. Contrariamente a nuestros deseos, hacemos las cosas que a Dios no le gustan, y éstos constituyen nuestros pecados. Por lo tanto, los pecados se acumulan en nuestro corazón.
Aunque la mayoría de los cristianos hoy creen que reciben la purificación de los pecados, ofreciendo las oraciones de arrepentimiento, en realidad no pueden recibir el perdón de los pecados tan fácilmente como piensan, al igual que como un minusválido puede pensar pero no se puede mover correctamente de acuerdo con sus pensamientos. Los pecados no son depurados sin importar que tanto ustedes ofrezcan oraciones de arrepentimiento. Ellos absolutamente, no son borrados. Por lo tanto, a fin de recibir la salvación de pecados, deben absolutamente saber primero que son una persona que desesperadamente necesita recibir la salvación del Señor. Deben saber que ustedes son un ser que no ha recibido todavía la salvación.
Una persona que piensa que no es un minusválido espiritual y piensa que puede hacer algo para recibir la salvación, absolutamente no puede recibir la salvación de Dios. En el pasaje de las Escrituras de hoy, sólo el minusválido que fue llevado a Jesús por cuatro hombres recibió el perdón de sus pecados, a pesar de que muchos paralíticos llegaron a Jesús. El Señor mira nuestra fe y da el perdón de los pecados, al igual que el Señor vio su fe devota y salvó a este minusválido. Una persona absolutamente no puede recibir salvación si piensa: “Puedo hacer algo. Sin duda, puedo recibir la purificación de mis pecados, si ofrezco oraciones de arrepentimiento fervientemente. No he podido ir para una oración de montaña hasta ahora porque estaba tan ocupado. Yo había ayunado y orado durante tres días y por los siguientes siete días, pero no podía recibir la purificación de mis pecados, debido a que no terminé mi ayuno planeado durante 15 días. Mis pecados habrían sido borrados si hubiera ayunado durante 15 días. Creo que Dios no ha borrado mis pecados porque no he orado correctamente. Dios ha borrado algunos pecados, pero ciertos pecados aún permanecen intactos. ¿No se impresionaría Dios y me daría el perdón de todos mis pecados, si ayunara y orara por 40 días?”
Esa persona no es un minusválido espiritual. Es una persona destinada al infierno. Debemos saber que somos minusválidos espirituales destinados al infierno. Debemos reconocer que no hay nada que podamos hacer por nuestra cuenta para recibir la salvación. Por último, podemos recibir salvación sólo cuando reconocemos este hecho y vamos ante la presencia de Dios por la fe.
El refrán más terrible hoy en el cristianismo es: “Yo puedo hacer cualquier cosa”. Hace algún tiempo un cierto pastor dijo: “Dicen ustedes; ‘¿Podemos nosotros hacerlo?’ ¿Que estás diciendo? Podemos hacer cualquier cosa. El Señor dijo: ‘Si puedes creer, todas las cosas son posibles para el que cree.’”
De todas formas, esta Palabra es posible sólo para las personas que han nacido de nuevo perfectamente por el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Aquellos que no han sido aprobados como gente de Dios porque aún tienen pecados en sus corazones qué pueden realmente hacer? ¿Pueden limpiar sus pecados por sí mismos? ¿Pueden sus pecados ser borrados sólo porque rezan por arrepentimiento esmeradamente? Muchos cristianos a largo plazo saben bien que sus pecados no son borrados por sus propias luchas. Incluso si una persona ha recibido la purificación de sus pecados momentáneamente a través de la oración de arrepentimiento y también cree que ha recibido la gracia del perdón de los pecados del Señor con lágrimas, surgen esos pecados de nuevo cuando va a rezar al día siguiente. Y esos pecados le dicen: “Tú crees que has recibido el perdón de los pecados, pero es tu propia imaginación. Pero estamos todavía dentro de tu corazón”. Independientemente de lo que uno haga, los pecados siguen dentro de la persona que no ha recibido el perdón de los pecados completamente, a través del Evangelio del agua y el Espíritu.
Queridos compañeros creyentes, incluso no es necesario que nos duela la cabeza por hablar de ello tan filosóficamente. Sólo tenemos que comprender nuestra verdadera naturaleza y profesar el Evangelio del agua y el Espíritu exactamente como está escrito en las Escrituras. Debemos reconocer sinceramente: “Yo soy como un minusválido. No puedo hacer nada por mi cuenta. Sólo creo en la Palabra que registra cómo el Señor ha borrado todos mis pecados. No tengo pecado si el Señor ha borrado todos mis pecados y tengo pecado si el Señor no ha borrado ninguno de mis pecados.”
Sin embargo, muchas personas que dicen creer en el Señor estos días no reconocen que son paralíticos espirituales. Todavía piensan que pueden limpiar sus pecados al ofrecer oraciones de arrepentimiento por su propia cuenta y también por aferrarse desesperadamente a la doctrina de la santificación. Jesús vino a este mundo y salvó muchas personas enfermas. El Señor alimentó multitudes de personas realizando el milagro de cinco panes y dos peces, echó fuera demonios y sanó muchas personas enfermas. Y como resultado, muchas personas lo siguieron. Pero entre tanta gente, el Señor aprobó sólo aquellas personas que trajeron el minusválido a Él por la fe. En ese tiempo, muchas personas se reunieron alrededor de Jesús, que uno no podía incluso dar un paso hacia delante o hacia atrás, pero no había muchos entre ellos que tuvieran fe verdadera. Hay muchas personas que creen en Jesús así, pero hay aún más falsos profetas y charlatanes que dicen a sus seguidores de recibir el perdón de los pecados a través de sus propios esfuerzos, a pesar de que ellos mismos tienen aún pecados en sus corazones.
La noción de que uno puede lograr santificación por doctrinas cristianas es sólo una hipótesis. En el Antiguo Testamento Dios dice, que Él como la nieve emblanquecería todos nuestros pecados de una vez por todas (Isaías 1:18), y también repitió esto en el Nuevo Testamento: “Pues donde hay remisión de estos, no hay más ofrenda por el pecado.” (Hebreos 10:18). Nuestro Señor vino a este mundo y tomó consigo todos nuestros pecados a través de los 33 años de su vida tomando nuestros pecados sobre sí mismo perfectamente y recibiendo incluso el juicio de esos pecados perfectamente. Y esto se registra claramente en la Palabra de Dios. Ustedes y yo debemos confirmar esta Verdad en nuestros corazones más que cualquier otra cosa.
Pero muchos creyentes cristianos todavía no conocen esta Verdad. Ustedes y yo estamos, por tanto, predicando esta Verdad a muchas personas a lo largo de todo el mundo ahora. ¿Cuál es la respuesta de estas personas que han encontrado nuestro Evangelio? ¿Recibimos o no confirmaciones de que muchas personas de este mundo, incluso famosos ministros y misioneros, ahora han llegado a conocer la Verdad y recibieron el perdón de sus pecados después de leer nuestros libros del Evangelio del agua y el Espíritu? Realmente escuchamos tales respuestas muy a menudo. Como ustedes saben, hay muchos relatos de ministros enviándonos cartas de agradecimiento, apreciando que finalmente llegaron a conocer el Evangelio del agua y el Espíritu y se han convertido en personas completamente sin pecados después de ministrar por 20, 30 años. ¿Les hemos nosotros dicho que escriban esas cartas? No, no es así. Ni siquiera tenemos tiempo para hacer estas cosas y además no es posible.
Dondequiera que vayamos en el mundo, no sólo en Corea, la comunidad cristiana es siempre muy necia y muy conservadora. Tienen miedo del cambio y la reforma. En estos días, muchos líderes cristianos insisten: “El cristianismo debe reformarse por si mismo. El cristianismo, que debería ser la luz del mundo, ahora se está convirtiendo en la oscuridad en este mundo. Por lo tanto, debe haber una reforma religiosa.” Pero en realidad, digamos que alguien intenta poner en acción la reforma. En vista de que no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu, señalarían al reformista y lo criticarían siempre que encuentren incluso un pequeño error de él, diciendo: “Él hace eso, aunque insiste en la necesidad de reformar la iglesia”.
El Señor dijo en las Escrituras, “Ustedes son la luz del mundo”. El Señor es la luz verdadera para nosotros, los verdaderamente nacidos de nuevo. También podemos convertirnos en la luz del mundo, sólo si encontramos esta verdadera luz correctamente por el Evangelio del agua y el Espíritu, y sólo si predicamos esta luz a otras personas. Nosotros debemos seguir predicando este Evangelio al máximo al igual que hemos hecho hasta ahora. No está mal ir a orfanatos y dar alimentos o ir a la enfermería y hacerles la lavandería y bañar a las abuelas o abuelos, pero nosotros no podemos ser la luz del mundo haciendo esto.
Supongamos que ustedes mueren en un accidente automovilístico en un estado de no tener los pecados de su corazón resueltos. ¿Podrían ir al Cielo? Irían al Cielo sólo si no tenían pecado, pero no pueden sino ir al infierno, porque no han resuelto sus pecados. ¿Que sus pecados serían borrados si ofrecieran oraciones de arrepentimiento desesperadamente en el momento de la muerte? Ustedes pensarían: “No puedo recibir el perdón de los pecados ahora incluso si ofrezco tanto oraciones de arrepentimiento, pero ocurrirá cuando esté a punto de morir. Probablemente podría ir al Cielo sólo al ofrecer oraciones de arrepentimiento ya que no podría cometer pecados después de morir.” Pero se trata de una imaginación equivocada, como tener un embarazo ficticio.
Queridos compañeros creyentes, deben prepararse para su propia salvación. Debe preparar la lámpara. No sólo la lámpara, sino también deben preparar el aceite para encender la lámpara. Una persona que va a una iglesia sin preparar su salvación es como las vírgenes necias que aparecen en las Escrituras. Esa persona no puede encontrar al Señor cuando venga y no puede entrar en el Reino del Señor cuando él esté ante la presencia de Dios. Uno no tiene que ir muy lejos para encontrar ese tipo de persona. Esa persona lo sabe muy claramente. A pesar de que esa persona no se atreve decir que va a ir al infierno, tiene la duda: “¿Podré realmente ir al Reino del Señor?” No está segura. Una persona que no tiene confianza en la fe así, tiene alrededor del 99.999 % probabilidades de ir al infierno.
Yo estoy seguro de que puedo ir al Reino del Señor en cualquier momento a pesar de que tengo debilidades. Por lo tanto, estoy agradecido con Dios. Traté con tantos esfuerzos de encontrar al Señor, y Él vino hacia mí y me salvó personalmente. El Señor vino y me encontró por esta Palabra, el Evangelio del agua y el Espíritu. Este Señor ya los ha encontrado a ustedes también. Nosotros absolutamente no podemos separarnos del Señor porque lo hemos conocido por la Palabra de vida. Las Escrituras dicen que esta Palabra permanecerá para siempre a pesar de que el Cielo y la tierra se desvanezcan. Ustedes y yo podemos siempre decir abiertamente que, no tenemos ningún pecado en nuestros corazones.
Hemos recibido nuestra salvación del Señor a través de la Palabra de vida de esta forma, pero hay tantos que todavía no están así. Hay demasiados falsos ministros que guían a sus congregaciones con fe equivocada. Podemos reconocer esto inmediatamente si sólo leemos uno de sus libros o escuchamos su sermón una sola vez. Podemos concluir inmediatamente que están diciendo a los creyentes que ofrezcan más dinero y que vivan virtuosa, ética y moralmente. Si lo examinamos más de cerca, podemos ver que los budistas viven más éticamente que los cristianos. Viven más virtuosamente que los cristianos. ¿Sin embargo, no dicen los falsos cristianos que van al Reino de los Cielos porque creen en Jesús a pesar de que cometan pecados más graves que los budistas nunca cometen? Se trata de un embarazo imaginario. Ellos están imaginando falsamente por su cuenta que, han recibido salvación.
Ustedes y yo que estamos aquí reunidos debemos predicar esta palabra a personas que tienen esta fe equívoca. Debemos predicar a ellos el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la vida, y decirles lo que es la salvación genuina y lo que realmente es el auténtico perdón de los pecados.