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Sermones

Tema 11: El Tabernáculo

[11-17] La Ofrenda de la Remisión del Pecado Dada en el Propiciatorio (Éxodo 25:10-22)

La Ofrenda de la Remisión del Pecado Dada en el Propiciatorio

(Éxodo 25:10-22)
«Harán también un arca de madera de acacia, cuya longitud será de dos codos y medio, su anchura de codo y medio, y su altura de codo y medio. Y la cubrirás de oro puro por dentro y por fuera, y harás sobre ella una cornisa de oro alrededor. Fundirás para ella cuatro anillos de oro, que pondrás en sus cuatro esquinas; dos anillos a un lado de ella, y dos anillos al otro lado. Harás unas varas de madera de acacia, las cuales cubrirás de oro. Y meterás las varas por los anillos a los lados del arca, para llevar el arca con ellas. Las varas quedarán en los anillos del arca; no se quitarán de ella. Y pondrás en el arca el testimonio que yo te daré. Y harás un propiciatorio de oro fino, cuya longitud será de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio. Harás también dos querubines de oro; labrados a martillo los harás en los dos extremos del propiciatorio. Harás, pues, un querubín en un extremo, y un querubín en el otro extremo; de una pieza con el propiciatorio harás los querubines en sus dos extremos. Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines. Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré. Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel».
 
 
El Propiciatorio

 
El Propiciatorio Un cubo es la distancia que hay de la punta de la mano al codo. En la Biblia, un cubo se estima en 45 cm aproximadamente en medidas actuales. La distancia del propiciatorio era de dos y media cubos, y cuando se convierte al sistema métrico, esta distancia es de 113 cm. Y su ancho de uno y medio cubos, midiendo 67.5 cm aproximadamente. Esto nos proporciona una idea general del tamaño del propiciatorio.
El Arca del Testimonio fue hecha de madera de acacia y recubierta con oro por dentro y por fuera. Pero el propiciatorio, que estaba colocado sobre el Arca, estaba hecho de oro puro. Y en ambos lados, se colocaron querubines con las alas extendidas, cubriendo la tapa del Arca-esto es, el propiciatorio-y el querubín miraba hacia el propiciatorio. El propiciatorio es el lugar en donde Dios otorga Su gracia sobre aquellos que vienen a Él por fe.
Cuatro anillos de oro fueron colocados en cada esquina del Arca. Dos anillos de oro fueron puestos de cada lado, y varas fueron puestas a través de los anillos para que el Arca pudiera ser cargada. Esas varas estaban hechas de madera de acacia y estaban recubiertas con oro. Poniendo las varas a través de los dos anillos en un lado y los otros anillos en el otro lado, Dios se aseguró que dos personas pudieran levantarla y cargarla. Y nuestro Señor dijo: «Y de allí me declararé a ti».
Dios hizo que los Israelitas cargaran el Arca del Testimonio junto con el propiciatorio al poner varas a los lados del Arca. Esto significa que Dios desea que proclamemos el evangelio por todo el mundo. Lo mismo se aplicaba al altar del incienso-esto es, también se colocaron anillos en ambos lados, varas fueron puestas a través de estos anillos, y se hizo que dos personas cargaran el altar. Esto, también, significa que debemos pedir la ayuda de Dios siempre que encaremos dificultades, y que también debemos orar para que se proclame el evangelio por todo el mundo a donde sea que vayamos.
En el Arca del Testimonio, tres artículos fueron puestos en la vasija de oro del maná, la vara de Aarón que floreció y las dos tablas de piedra del Pacto. ¿Qué significa esto? Primero, la vasija de oro del maná significa que Jesús da vida nueva a los creyentes. Una vez Él proclamó: «Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás» (Juan 6:35).
La vara de Aarón que floreció nos dice que Jesucristo es el Señor de la resurrección y que Él nos da vida eterna. Las tablas de piedra del Pacto nos dicen que inevitablemente estamos condenados a muerte ante la Ley. Sin embargo, la misericordia de Dios es tan grande que cubre toda la condenación de nuestros pecados que la Ley ha maldecido. El propiciatorio encajaba perfectamente como la tapa del Arca para que la maldición de la Ley saliera. Dios ha completado el propiciatorio con el sacrificio perfecto de Su Hijo Jesús. Cada creyente en el evangelio del agua y el Espíritu puede por lo tanto ir atrevidamente ante el trono de la gracia, el propiciatorio.
 
 
La Preciosa Sangre Que Fue Rociada sobre el Propiciatorio
 
Debemos descubrir cual es el misterio escondido en el propiciatorio. Una vez al año, el Sumo Sacerdote tomaba la sangre de la ofrenda del sacrificio y entraba al Lugar Santísimo. Entonces, rociaba esta sangre de la ofrenda del sacrificio sobre el propiciatorio exactamente siete veces. Dios dijo entonces que Él sé encontraría con los Israelitas sobre el propiciatorio. Dios se encuentra con quien sea que tenga la misma fe que la que tenía el Sumo Sacerdote, esto es, la fe en Su remisión del pecado revelada en el sistema del sacrificio.
La sangre del sacrificio rociada sobre el propiciatorio muestra el justo juicio de Dios del pecado y Su misericordia sobre la humanidad. En el Día de la Expiación, el décimo día del séptimo mes, Aarón el Sumo Sacerdote imponía sus manos sobre la ofrenda del sacrificio para pasar todos los pecados anuales del pueblo de Israel. Entonces, cortaba su cuello para sacar su sangre, tomaba esta sangre dentro del velo y la rociaba sobre el propiciatorio (Levítico 16:11-16).
A través de la sangre que era rociada, Dios se encontraba con los Israelitas y les daba la bendición de la remisión del pecado. Era la gracia de Dios sobre los Israelitas por lo que Él había establecido el sistema del sacrificio. Con la imposición de manos sobre el animal del sacrificio y su sangre, Dios justamente borró sus pecados y les dio Su misericordia, la remisión de sus pecados por gracia.
¿Cómo, entonces, podemos recibir esta gracia? ¿Con que Palabra ha borrado Dios todos nuestros pecados de una vez por todas? Dios nos ha capacitado para que nos demos cuenta que debemos tener la fe que sabe y cree en la verdad manifestada en el sistema de sacrificios para que nosotros tengamos la capacidad de recibir el regalo que Él ha distribuido sobre nosotros. Dios hizo esto posible para que Su justicia fuese cumplida con estos dos factores; la imposición de manos sobre la cabeza del sacrificio y su sangre. Este sacrificio del Antiguo Testamento se refiere ni más ni menos que al bautismo que Jesucristo recibió y en la sangre que Él derramó sobre la Cruz.
Por nuestros propios pecados, Jesucristo el Hijo de Dios fue bautizado por Juan para tomar los pecados del mundo, sé convirtió en la ofrenda del sacrificio sobre la Cruz para dar la paga de estos pecados, murió por nosotros y sé levantó de entre los muertos para darnos vida. El bautismo que Jesús recibió y Su derramamiento de sangre sobre la Cruz fue por darnos la remisión del pecado, y ellos son la gracia de las verdaderas bendiciones que permite a aquellos que tienen tal fe encontrarse con Dios. El evangelio del agua y el Espíritu es la verdad que ha establecido la base de la fe verdadera que permite a los pecadores recibir la remisión del pecado de parte de Dios. Jesucristo llegó a ser la ofrenda del sacrificio por nuestros pecados. Él llegó a ser el puente de la verdad que nos permite ir a Dios el Santo Padre.
Una vez más, podemos encontrar la evidencia conclusiva para esta verdad en los colores de los cuatro hilos que fueron usados para la puerta del Tabernáculo: los hilos azules, púrpura y carmesí, y el lino fino torcido. Los cuatro hilos de la puerta del Tabernáculo, en otras palabras, nos proporcionan las claves del verdadero evangelio.
La primer pista es el misterio del hilo azul manifestado en la puerta del Tabernáculo. Este misterio es que Jesucristo fue bautizado por Juan, esto quiere decir que Él tomó nuestros pecados del mundo. Nuestro Señor, en otras palabras, aceptó nuestros pecados que Juan pasó sobre Él. Es por eso que Él apresuró a Juan a que lo bautizara diciendo: «Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia» (Mateo 3:15).
El Segundo misterio es el hilo púrpura manifestada en el Tabernáculo. El color “púrpura” es el color del rey. Jesucristo es el Rey de reyes quién vino a esta tierra como el Salvador de la humanidad para liberarlos del pecado. Él dejó la gloria del Cielo y vino a esta tierra para borrar nuestros pecados. Jesucristo es Dios Mismo en Su esencia, pero para salvarnos de todos nuestros pecados, Él vino a esta tierra, fue bautizado y crucificado en obediencia a la voluntad del Padre. Para borrar todos nuestros pecados, en otras palabras, Dios dejó el trono de gloria del Cielo y nació del cuerpo de la Virgen Maria en esta tierra para salvar a los pecadores. Por lo tanto, debemos creer que Dios mismo tenía que nacer del cuerpo de una virgen, ser bautizado y derramar Su sangre sobre la Cruz, todo de acuerdo a la promesa que Él hizo al Profeta Isaías 700 años antes.
El tercer misterio es el hilo carmesí. Implica la sangre de Jesús. Esta verdad manifiesta que Jesús completó la misión de la salvación de Dios derramando Su sangre sobre la Cruz. Su derramamiento de sangre sobre la Cruz era un castigo reservado para los criminales más despiadados. Con el castigo de los pecados que Jesús llevó a través de Su bautismo, todos los pecados de la humanidad fueron juzgados. Al ser crucificado y derramando Su sangre, Él llevó la condenación de todos los pecados del mundo y así nos ha liberado del pecado. Al aceptar nuestros pecados a través de Juan y a través de Su bautismo y obedeciendo al Padre hasta la muerte, Dios ha salvado a todos los pecadores de sus iniquidades.
¿Puedes darte cuenta que Jesús terminó con toda la condenación del pecado y ha convertido a los creyentes en hijos de Dios llevando vicariamente nuestra propia condenación con Su castigo de la crucifixión? Dios hizo estas cosas para que nosotros creyéramos en esta verdad y recibiéramos vida eterna. Jesús fue bautizado y después condenado sobre la Cruz eso significa que Él nos ha salvado del pecado. Es por eso que Él clamó con Su ultimo aliento: «¡Consumado es!» (Juan 19:30) Jesús proclamó con gran gozo y descanso que Él había completado nuestra salvación del pecado de acuerdo a la voluntad de Dios Padre. 
Finalmente, el lino fino torcido implica que Jesús es Dios de la Palabra. Él revela la voluntad de Dios a través de Su justa y elaborada Palabra. En todas partes del Antiguo Testamento, Él dijo por adelantado que vendría a este mundo y salvaría a toda la humanidad con Su bautismo y crucifixión. Entonces Él cumplió todas Sus promesas precisamente en el Nuevo Testamento. Es por eso que la Biblia afirma: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios... Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad» (Juan 1:1, 14).
Esta verdad nos ha permitido ser lavados de todos nuestros pecados y hacerlos tan blancos como la nieve. El bautismo que Jesús recibió y Su derramamiento de sangre no es otra cosa que la imposición de manos y la expiación del juicio del sistema de sacrificios. Se debe a que Jesús cargó todos los pecados del mundo sobre Su propio cuerpo y se debe a que derramó Su sangre sobre la Cruz. Cómo Jesús fue bautizado para cargar nuestros pecados por nosotros, y fue a la Cruz y derramó Su sangre sobre ella, esta verdad es lo que se ha convertido en la expiación que ha lavado nuestros pecados.
El bautismo que nuestro Señor recibió cuando vino a está tierra como hombre y la sangre que Él derramó sobre la Cruz son la verdad manifestada en los hilos azules, púrpura y carmesí. Jesús nació en esta tierra hace 2,000 años, tomó los pecados de este mundo al ser bautizado, murió sobre la Cruz, sé levantó de entre los muertos en tres días, después dio testimonio durante 40 días, y entonces ascendió a la diestra del trono de Dios-esta es la verdad manifestada en los hilos azules, púrpura y carmesí. Dios nos está diciendo que creamos en esta verdad, que Él nos ha salvado de todos los pecados al borrarlos totalmente.
Cuando creemos en esta verdad, Dios nos dice, “Ahora, ustedes han llegado a ser Mis hijos. Ustedes no son pecadores. Ustedes son Mi pueblo y ya no son pecadores. Yo los he salvado de todos sus pecados, condenación y maldiciones. Yo los he salvado con Mi amor incondicional. Debido a que ustedes son tan amados por Mí, Yo los he salvado sin ninguna condición. Debido a que te amo, Yo te he salvado por Mi cuenta propia. No solamente té he amado, sino que te he demostrado Mi amor de esta manera. Mira la sangre de Mí sacrificio. Esta es la evidencia de Mi amor por ti. Yo te he mostrado esta evidencia.”
Cuando llegamos al Señor como los pobres en espíritu, Él nos mostró que Él nos ha salvado con los hilos azules, púrpura y carmesí. El Señor vino a esta tierra, fue bautizado, fue despreciado y condenado a muerte sobre la Cruz, sé levantó de entre los muertos y ascendió al Cielo. Dios recibe a quien sea que crea en Su amor de la salvación.
Dios otorga la gracia de la salvación sobre aquellos que creen. Su salvación ha convertido a simples criaturas en los propios hijos de Dios. Dios nos está diciendo, “Ahora ustedes son Mis hijos. Ustedes son Mis hijos e hijas. Ustedes ya no son criaturas, sino Mi propio pueblo. Yo he expiado todos sus pecados a través de Mi Hijo Jesús. Ahora Yo te he hecho Mi pueblo, y ustedes se han convertido en Mi pueblo por fe.” Dios no solamente ha salvado a los pecadores, sino que Él les ha otorgado el que sean Sus propios hijos.
Dios llamó propiciatorio a la tapa del Arca del testimonio en el Tabernáculo. Dos querubines fueron colocados mirando hacia abajo sobre el. ¿Por qué dijo Dios que sé encontraría con el pueblo de Israel encima del propiciatorio? La razón para esto era que Dios remitió los pecados del pueblo de Israel aceptando la sangre del animal del sacrificio sobre el cual todos sus pecados eran pasados con la imposición de manos. 
Dios dijo eso, en otras palabras, debido a que Él quería darle a la gente de Israel la remisión de sus pecados como un regalo haciendo pasar sus pecados sobre la ofrenda del sacrificio imponiendo sus manos sobre su cabeza, y haciendo que esta ofrenda del sacrificio diera el pago por estos pecados de forma vicaria a favor de ellos, todo para borrar las iniquidades de Su pueblo. Debido a que Dios no podía encontrase con los pecadores sin la ofrenda expiatoria, fue a través de esta ofrenda sacrificada que Él borró sus pecados y se encontraba con ellos.
Todos nacen en este mundo con pecado como descendientes de Adán. Por lo tanto todos tienen pecado, y nadie puede tener un encuentro sin la ofrenda sacrificada. Por esto Dios dijo que Él aceptaría la ofrenda sacrificada que expiaba los pecados de los israelitas y sé encontraba con ellos arriba del propiciatorio.
Dios hizo que el pueblo de Israel pusiera el décimo día del séptimo mes como el Día de Expiación. Él hizo que el Sumo Sacerdote pasara un año de pecados de los Israelitas sobre la ofrenda del sacrificio y que diera esta sangre del sacrificio a Él. En ese día, los pecados del pueblo de Israel eran remitidos por todo un año, y esto se debía a que en este día, el Sumo Sacerdote daba la ofrenda del pecado por ellos.
 


El Sistema de sacrificios del Antiguo Testamento para la Liberación de los Pecadores de Sus Iniquidades


Como dice Levítico 1:4: «Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado para expiación suya», todos los pecados de un pecador eran ciertamente pasados sobre el chivo expiatorio por la imposición de manos sobre la cabeza del sacrificio. Dios acepta gustosamente la clase de ofrenda que es dada con la fe que verdaderamente cree en Su Palabra. Este era el primer paso esencial del sistema de sacrificios que Dios había establecido para Su pueblo Israelita.
Entonces la persona cortaba su garganta y sacaba su sangre, y daba esta sangre a los sacerdotes. Entonces el sacerdote colocaba esta sangre sobre los cuernos del altar del holocausto, poner su carne sobre el altar y quemarla, y de esta manera ofrecerla a Dios como la ofrenda del sacrificio por los pecados del pecador. Esta era la ley de la salvación que Dios puso para que realmente se remitieran los pecados de los pecadores.
Sin embargo, en el Día de la Expiación, el décimo día del séptimo mes, Dios permitió a Su pueblo ofrecer un sacrificio que podía remitir un año de sus pecados. En ese día, el Sumo Sacerdote, el representante de todos los Israelitas, tenía que preparar dos chivos. «Y echará suertes Aarón sobre los dos machos cabríos; una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel. Y hará traer Aarón el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Jehová, y lo ofrecerá en expiación» (Levítico 16:8-9). Él tenía que poner sus manos sobre la cabeza del primer chivo para que todos los pecados de un año de todos los Israelitas pudieran ser pasados al sacrificio. Entonces él extraería su sangre degollándolo, iba al Lugar Santísimo, y rociaba la sangre con su dedo sobre el propiciatorio en el lado este, y ante el propiciatorio lo rociaba siete veces. Al aceptar esta sangre de la ofrenda del sacrificio, Dios lavaba sus pecados y los aprobaba como Su propio pueblo.
Después de esto, el Sumo Sacerdote salía del Tabernáculo. Y daba el otro chivo ante la presencia del pueblo de Israel. Para realmente pasar los pecados de su pueblo, él imponía sus manos nuevamente sobre la cabeza de la ofrenda del sacrificio. Entonces él confesaba, “Yo paso todos los pecados que mi pueblo ha cometido durante este pasado año sobre esta ofrenda.” Después de esto, enviaba la ofrenda al desierto por la mano de un hombre apropiado.
Este chivo tenía que ser enviado al árido desierto para morir (Levítico 16:20-22). Esto nos dice que los pecados del pueblo de Israel fueron totalmente remitidos de una sola vez por todas dando la ofrenda por el pecado que era dado en el Día de la Expiación.
Estos chivos expiatorios eran la sombra anticipada de ni más ni menos que de Jesús. Esta ofrenda por el pecado manifiesta la verdad de la salvación que Jesucristo completó siendo bautizado por Juan y siendo crucificado para borrar los pecados de todos en este mundo. Dios prometió encontrarse con el pueblo de Israel encima del propiciatorio cuando ofrecían el sacrificio legal a través del Sumo Sacerdote. El pueblo de Israel consideraba preciados al Sumo Sacerdote y al propiciatorio, ya que era el Sumo Sacerdote el que daba la ofrenda por el pecado cada año por ellos, y el propiciatorio era en donde sus iniquidades eran perdonadas.
De la misma manera, Jesús nos reconcilio con Dios, habiendo ofrecido un sacrificio eterno por nuestros pecados con Su cuerpo a través de Su bautismo y derramamiento de sangre. Es por eso que no podemos agradecer lo suficiente al Señor Jesús, por lo que tenemos que creer en Su bautismo juntamente con Su crucifixión.
 
 
El Propiciatorio Selló las Dos Tablas de Piedra de los Diez mandamientos Que Fueron Colocados dentro del Arca del Testimonio
 
Sobre el Monte Sinaí, Dios ordenó a Moisés colocar dentro del Arca del Testimonio dos tablas de piedra con los Diez Mandamientos y sellar el Arca con el propiciatorio. Dios hizo eso porque Él quería otorgar su misericordioso amor sobre el pueblo de Israel, ya que ellos no podían guardar la Ley. En otras palabras, debido a que Dios no podía tratar con el pueblo de Israel quién pecaba cada día con Su justa Ley que declara que la paga del pecado es muerte. Esto, también, fue para dar la remisión del pecado al pueblo de Israel.
El pueblo de Israel era, en otras palabras, muy insuficiente ante Dios para guardar Su Ley con sus obras. Así que Dios les dio el sistema de sacrificios con la Ley. Fue para hacer que ellos fueran limpios de todos sus pecados a través de la ofrenda del sacrificio. Esto nos muestra que para borrar los pecados del pueblo de Israel, Dios les demandó que pasaran sus pecados sobre su cabeza, y matarlo degollándolo por causa de ellos. Dios dio la ley de Su amor de la salvación junto con la ley de Su justa ira para el pueblo de Israel. Como tal, también necesitamos creer en las verdades pivótales de la verdad de la salvación de Dios; el bautismo que el Mesías recibió de Juan y la sangre que Él derramó sobre la Cruz.
El animal del sacrificio por la ofrenda por el pecado en el Antiguo Testamento era el cuerpo del Mesías en el Nuevo Testamento. La ofrenda del sacrificio que nos fue dado en la Escritura era la misericordia del amor de Dios que borra todos nuestros pecados. Ahora como antes, para ser remitidos de todos nuestros pecados, absolutamente necesitamos la ofrenda del sacrifico de la expiación. Desde hace mucho, para borrar los pecados de la humanidad, debe haber la justicia de Dios y la misericordia de Su amor.
Debido a que la justicia de Dios debe juzgarnos si tenemos pecado, tuvimos que levar nuestros pecados pasándolos a la ofrenda por el pecado. Como se dice en Corea, “Odia el pecado, pero no odies a los pecadores,” Dios odia nuestros pecados, pero no odia nuestra alma. Para que Dios borre los pecados de nuestra alma, necesitábamos poner nuestras manos sobre la ofrenda del sacrificio, sacar su sangre y dársela a Él. En el Antiguo Testamento, el que Dios expiara los pecados del pueblo de Israel significa que Dios aceptaba sus ofrendas del sacrificio y de esta manera remitía sus pecados. 
Para el pueblo de Israel, el único hacedor de la Ley es Dios. Jehová, quién sé reveló a Sí Mismo ante el pueblo de Israel, es Él que existe por Sí Mismo. Al igual que reconocemos a Dios como único legislador de la Ley, debemos reconocer que Él es nuestro Dios y aceptemos el sistema de sacrificio que Él puso para borrar nuestros pecados. A través del sistema de sacrificio que Dios estableció, podemos darnos cuenta de cuanto Dios nos ha amado y cuan justamente Él nos ha liberado del pecado. Y a través de la Ley de Dios, también podemos darnos cuenta que simplemente no podemos guardar Sus mandamientos. En nuestra esencia, hemos sido idolatras ante Dios, cometiendo toda clase de iniquidades y trasgresiones. Por lo tanto, no podemos más que admitir que estábamos destinados al infierno por nuestros pecados en cualquier momento. Es por eso que Dios Mismo tuvo que venir a nosotros como el Salvador.
Jesucristo dio Su cuerpo como sacrificio por los pecados del mundo para siempre. Sé ofreció a Sí Mismo exactamente en la misma manera en que era dada la ofrenda del pecado del Antiguo Testamento, especialmente la que se muestra en el pasaje del Día de la Expiación: por la imposición de manos sobre la cabeza del sacrificio y por el derramamiento de su sangre. Las dos tablas de la piedra en el Arca del Testimonio y el propiciatorio eran absolutamente necesarias para el pueblo de Israel para recibir la remisión de sus pecados, ya que Dios concedió a aquellos que creen en la justa Ley de Dios y en Su promesa de vida para recibir nueva vida. Hoy, la Ley que muestra la justicia de Dios y la Palabra de verdad que trae salvación eterna del pecado permite, no solamente, al pueblo de Israel sino además a todos nosotros encontrarnos con Dios y recibir vida eterna.
Tú y yo estamos viviendo en esta era, debemos conocer y creer quién es nuestro Dios, lo que Él nos esta diciendo, y a través de lo que Él ha hecho podemos recibir la remisión de nuestros pecados. A través de la verdad de los hilos azules, púrpura y carmesí, y el lino fino torcido manifestado en la puerta del Tabernáculo del Antiguo Testamento, Dios te ha llamado a ti y a mí, nos aceptó, y nos ha dado la fe que cree en esto.
 

El Hilo Azul Implica Exactamente el Bautismo Que Jesús Recibió

Veamos Mateo 3:13-17: «Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia».
A través de las ofrendas dadas bajo el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento, Dios Padre ciertamente mostró que Él pasaría todos los pecados del mundo sobre Su Hijo Unigénito Jesucristo. Juan el Bautista de hecho bautizó a Jesús para cumplir toda la justicia de Dios. Debido a que los pecados del mundo ciertamente fueron pasados sobre Jesús mientras era bautizado por Juan, aquellos que creen esto pueden ser remitidos de todos sus pecados de su corazón.
Este bautismo que Jesús recibió tiene un significado completamente diferente del bautismo de agua que la gente recibe normalmente como un ritual para ser Cristianos. En otras palabras, el bautismo en agua que la gente recibe es una señal meramente externa de su conversión a la religión Cristiana. Jesús fue bautizado en el Río Jordán para tomar todos los pecados del mundo con la imposición de manos de Juan el bautista el representante de toda la humanidad. El bautismo que Jesús recibió fue el bautismo que cumplió la promesa de la salvación eterna, de la remisión del pecado que Dios estableció a través del sistema de sacrificios en el Levítico. Que Jesús tomó los pecados del mundo siendo bautizado personalmente y sangró hasta morir sobre la Cruz para dar la paga de estos pecados es el amor de Dios por la humanidad y la perfecta remisión del pecado.
Fue para salvarnos de todos los pecados del mundo que Dios Padre hizo que Su Hijo fuera bautizado por Juan. «Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia» (Mateo 3:15). “Así” aquí significa que Jesús tomaría los pecados de toda la humanidad siendo bautizado. Debido a que Juan bautizó a Jesucristo, nuestros pecados fueron pasados sobre Él. Fue debido a que Jesucristo tomó nuestros pecados con Su bautismo que Él derramó Su sangre y murió en nuestro lugar. El bautismo que Jesús recibió es el amor de Dios de sacrificio y de la remisión de los pecados. Después de que ciertamente aceptó que todos nuestros pecados pasaran sobre Él, Él fue sumergido en el agua. Esa sumersión implica Su muerte. Y que Él haya salido del agua testifica Su resurrección por adelantado.
 


Jesús Es Nuestro Creador y Salvador


Es verdad que Jesucristo quién vino a nosotros es Dios Mismo quién creó el universo y todas las cosas en el. Génesis 1:1 dice: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra», y Génesis 1:3 dice: «Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.” Juan 1:3 también afirma, “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho». Jesucristo ciertamente creó todo el universo junto con el Padre y el Espíritu Santo.
Filipenses 2:5-8 afirma: «Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz». Él es el verdadero Creador quién hizo este mundo y nos creó a nosotros la humanidad. Para liberarnos del pecado, este Mismo Señor vino a nosotros como hombre, tomó los pecados del mundo al ser bautizado por Juan, derramó Su sangre por causa de este bautismo, y de esta manera nos salvó de todos estos pecados.
El Mesías ciertamente hizo que los Israelitas formaran las puertas del Tabernáculo tejiendo hilos azules, púrpura y carmesí en el lino fino torcido. El que Él haya hecho que usaran los hilos azules, púrpura y carmesí para las puertas del Tabernáculo manifiesta Su intención de salvar a toda la humanidad de sus pecados del mundo con el bautismo que Jesús recibiría de Juan, y para dar el pago con Su sangre sobre la Cruz.
En el Antiguo Testamento, los pecadores traían su ofrenda del sacrificio al Tabernáculo y pasaban sus pecados sobre el imponiendo sus manos sobre su cabeza ante el altar del holocausto. Entonces él sacaba su sangre degollándola, y daba esta sangre a los sacerdotes. Entonces los sacerdotes daban esta ofrenda a Dios poniendo la sangre sobre los cuatro cuernos del altar del holocausto, así como derramando el resto en el piso.
En el Día de la Expiación, cuando el Sumo Sacerdote tomaba la sangre de la ofrenda del sacrificio sobre cuya cabeza él había colocado sus manos en el Lugar Santísimo y la rociaba sobre el propiciatorio, Dios aceptó esta sangre de la ofrenda del sacrificio como el juicio vicario sobre Su pueblo. ¿Porqué tenía que matar al animal del sacrificio? Porque había tomado todos los pecados de los Israelitas a través de la imposición de manos del Sumo Sacerdote sobre su cabeza. Su sangre era, en otras palabras, el resultado de esta imposición de manos. Así, Dios aceptaba la sangre de este animal del sacrificio y olía el dulce aroma de su carne quemada sobre el altar, y de esta manera remitía los pecados del pueblo de Israel.
También en el tiempo del Nuevo Testamento, Jesús vino exactamente a esto. Para tomar nuestros pecados y llevar la condenación del pecado, nuestro Señor tuvo que venir a esta tierra a través del cuerpo de la Virgen María, y Él completó la salvación siendo bautizado por Juan y derramando Su sangre sobre la Cruz. Los hilos azules, púrpura y carmesí es en realidad el evangelio manifestando la verdad que Jesús, Dios Mismo, fue bautizado y crucificado.
Se debe a que Jesús tomó nuestros pecados con Su bautismo el que Él haya sido crucificado, derramó toda Su sangre, murió, se levantó de entre los muertos en tres días, y así sé convirtió en el Salvador de nosotros los que creemos, sentándose a la diestra del trono de Dios. Jesucristo ha otorgado a aquellos que verdaderamente creen en Él como su Salvador y llamar a Dios Abba, Padre, siendo remitidos de todos sus pecados de una vez y para siempre ante Dios Padre. Este es el misterio de la verdad escondida en los hilos azules, púrpura y carmesí.
A través de Su bautismo y de la sangre de la Cruz, el Mesías completó el limpiado de nuestros pecados y llevó la condenación de nuestros pecados por nosotros. Ahora, Él se ha convertido en el Salvador del mundo. Como tal, debemos creer que la puerta del Tabernáculo en el Antiguo Testamento fue hecha tejiendo los hilos azules, púrpura y carmesí sobre el lino fino torcido, y también debemos creer que en el Nuevo Testamento, el Mesías nuestro Salvador ciertamente vino a esta tierra, tomó todos los pecados del mundo con Su bautismo, y llevó la condenación de todos los pecados sobre la Cruz-de esta manera, debemos recibir la remisión de nuestros pecados.
 
 
Cómo Cristiano, ¿Cuanta Atención Estas Prestando a Su Palabra?
 
Éxodo 25:22 afirma: «Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel». ¿Cuan cerca estas, entonces, al evangelio del agua y el Espíritu, el evangelio de la expiación? ¿Desde donde dijo el Señor que hablaría a aquellos de ustedes que creen en Jesús como el Salvador? En Éxodo 25:22, Él dijo que nos daría todos Sus mandamientos desde arriba de la cubierta del propiciatorio del Arca del Testimonio. Al pueblo de Israel en el Antiguo Testamento, Dios dijo que Él les hablaría acerca de todo desde el propiciatorio.
Debes darte cuenta que esta es la promesa de Dios que Él guiaría sus vidas después de darte la remisión del pecado a través de la ofrenda legal del sacrifico y convirtiéndote en Su pueblo. Dios nos está diciendo que no importa cuantos de ustedes que creen en el Cristianismo y traten de ser guiados por el Señor, si tu crees en Jesús mientras que permaneces en la ignorancia de la verdad del evangelio del agua y el Espíritu, entonces Él no puede guiarte. Como tal, si realmente deseas ser guiado por el Señor, primero debes conocer y aceptar la verdad de la remisión del pecado que te ha remitido tus pecados todo de una sola vez, y entonces esperar Su guía.
Hay una cosa que yo quiero decirte, y es que si deseas ser hijo de Dios, y deseas ser parte de Su Iglesia, primero debes ser remitido de tus pecados creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu, el misterio de los hilos azules, púrpura y carmesí. Solo después de esto puedes también recibir los mandamientos del Señor hablados a ti desde arriba del Arca del Testimonio.
Debemos recordar y creer que el Señor siempre ha comandado y guiado nuestras vidas cuando tenemos fe en el evangelio del agua y el Espíritu que nos ha permitido recibir la reemisión del pecado. ¿Estas ahora recibiendo las ordenes del Señor dadas a ti desde arriba del propiciatorio? ¿O sigues al Señor basado en tus propios sentimientos?
Tus propios sentimientos y emociones no pueden construir tu fe, sino solo guiarte a la confusión. Si deseas seguir los mandamientos de Dios hablados a ti desde arriba del Arca del Testimonio, entonces debes darte cuenta y creer que los hilos azules, púrpura y carmesí, y el lino fino torcido del que se habla en el Tabernáculo son la remisión del pecado que Dios nos ha dado. 
¡Aleluya! Yo doy gracias a Dios por el bautismo del Señor, la sangre de la Cruz, y Su poder y amor que nos ha salvado de todos los pecados del mundo.
 
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El TABERNÁCULO: Un Retrato Detallado de Jesucristo (II)