“Ser salvado” quiere decir haber recibido el perdón de los pecados. Eso también significa ser nacido de nuevo porque un pecador se hace un hombre justo por creer en el Evangelio de vida, el que lo guía a ser nacido de nuevo por el agua y el Espíritu mediante la salvación de Jesús. El Espíritu Santo viene a los que han sido redimidos y nacidos de nuevo y testifica que ellos son hijos de Dios. Por lo tanto, tienen sentido igual todas las expresiones siguientes; recibir el Espíritu Santo, ser redimido, nacer de nuevo, hacerse hijos de Dios, y convertise en una persona justificada.
Jesús dijo: “Yo soy el camino y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6) Esto implica que sólo mediante Jesús, el único Hijo unigénito de Dios, podemos entrar en el Reino de Dios. Por eso, debemos saber cómo Jesús limpió todos nuestros pecados y nos tomó en cuenta como Su pueblo, quienes merecemos entrar en Su Reino.
Pero, muchos de los cristianos piensan que solamente llamando Su nombre pueden ser salvados. Ellos creen en Jesús sin abrir ni una vez la Biblia, sin saber qué hizo Él para salvarnos de todos nuestros pecados. Dios es Espíritu y el Santo en quien no hay ninguna variación o cambio de sombra, pero nosotros vivimos vidas llenas de pecados. Sólo es posible entrar en el Reino del Señor a través del Señor, y podemos creer en Él a través de la fe en “la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús” (Romanos 8:1-2).
¡Muchas personas ni siquiera saben qué hizo Jesús para salvarnos, pero creen ciegamente en Él, llamándolo “¡Señor, Señor!”. Ellos también piensan que se han salvado, pero todavía ellos tienen pecados en sus corazones. Si todavía tienen pecados en sus corazones a pesar de la creencia en Jesús, ¿de qué han sido salvados? Si alguien pregunta: “¿Cómo limpió Jesús nuestros pecados?”, la mayoría de las personas contestan: “Él probablemente los ha limpiado en la Cruz”. Luego, si pregunta: “¿Tienen pecados en sus corazones?”, ellos contestan: “Por supuesto, ¿quién está absolutamente libre de pecado en este mundo?”.
El nombre de Jesús significa “Él Salvará a Su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21). Nosotros creemos en Jesús para ser salvados del pecado.
De todas maneras, si tenemos todavía los pecados en el corazón a pesar de que habíamos creído en Jesús, somos pecadores, estamos dentro del pecado y seremos juzgados. Pablo el Apóstol dijo: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1). Eso asegura que alguno que todavía tiene pecado en su corazón no está en Jesucristo. ¿Por qué ellos se quedan como pecadores que no son redimidos y están lejos de la salvación a pesar de que ellos creen en Jesús? Eso es porque ellos creen solamente en la sangre en la Cruz sin pasar sus pecados sobre Él mediante el bautismo de Jesús. Por lo tanto, ellos todavía tienen pecados en sus corazones mientras que Jesús murió en la Cruz sin ninguna relación con sus pecados.
Hay una gran diferencia entre creer en el bautismo de Jesús y no creerlo, tener redención y hacerse justificado por tener fe en el bautismo de Jesús, y quedarse como un pecador sin fe en él. El Espíritu Santo no viene a un pecador. Él solamente viene a los justos que tienen redención por el agua y el Espíritu.
Por eso, Pablo el Apóstol dijo: “¿O no sabeis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?” (Romanos 6:3). Muchos creen que Jesús quitó todos nuestros pecados en la Cruz, pero no podemos confesar nunca que no tenemos ningún pecado en el corazón si no creemos en el bautismo de Jesús. Si lo hacemos, nosotros somos lo que mentimos a Dios y vamos contra nuestras propias conciencias.
Todavía tenemos pecado en nuestros corazones si no lo pasamos a Él al creer en Su bautismo. Si el hombre no cree en el Evangelio del bautismo de Jesús y la Cruz, él va a meterse en el legalismo y hacerse un pecador más grave. Por lo tanto, aunque haga cualquier cosa, como orar en las montañas profundas u orar seriamente por el perdón durante las reuniones de oracion, ellos todavía encontrran pecados que quedan en su corazón.
Jesús dijo: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declarare: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:21-23).
Aquí, ¿quiénes son los hacedores de maldad? Eso se refiere a los que no han recibido la redención perfecta en sus corazones por haber creído solamente en la Cruz. Nosotros somos hacedores de iniquidades si no creemos el hecho de que Jesús nos ha salvado mediante Su bautismo y la Cruz.
Nosotros no podemos decir que tenemos la fe correcta antes de que conozcamos el bautismo de Jesús y la Cruz. Jesús dijo que, si un hombre quiere nacer de nuevo, solamente es posible a través del agua y el Espíritu. De la misma manera que el pueblo pudo salvarse del flujo del agua al estar solamente ellos en el arca de Noé, usted puede tener la redención, el perdón de todos los pecados, y vivir una vida de fe verdadera solamente si usted cree en el Evangelio del agua y del Espíritu. Sin el Evangelio del agua y del Espíritu, usted no puede recibir el perdón de los pecados ni hacerse hijo de Dios.