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Sermones

Tema 25: El Cantar de los Cantares

[25-4] Tengamos comunión con el Señor en nuestras vidas (Cantar de los Cantares 3:1-11)

Tengamos comunión con el Señor en nuestras vidas(Cantar de los Cantares 3:1-11)
“Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma; 
Lo busqué, y no lo hallé. 
Y dije: Me levantaré ahora, y rodearé por la ciudad; 
Por las calles y por las plazas 
buscaré al que ama mi alma; Lo busqué, y no lo hallé. 
Me hallaron los guardas que rondan la ciudad, 
Y les dije:
¿Habéis visto al que ama mi alma? 
Apenas hube pasado de ellos un poco, 
Hallé luego al que ama mi alma; 
Lo así, y no lo dejé, 
Hasta que lo metí en casa de mi madre, 
Y en la cámara de la que me dio a luz. 
Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, 
Por los corzos y por las ciervas del campo, 
 Que no despertéis ni hagáis velar al amor, 
 Hasta que quiera.
¿Quién es ésta que sube del desierto como columna de humo, 
Sahumada de mirra y de incienso 
y de todo polvo aromático? 
He aquí es la litera de Salomón; 
Sesenta valientes la rodean, 
De los fuertes de Israel. 
Todos ellos tienen espadas, diestros en la guerra;
Cada uno su espada sobre su muslo, 
Por los temores de la noche. 
El rey Salomón se hizo una carroza 
de madera del Líbano. 
Hizo sus columnas de plata, 
Su respaldo de oro, 
Su asiento de grana, 
Su interior recamado de amor 
Por las doncellas de Jerusalén. 
Salid, oh doncellas de Sion, y ved al rey Salomón 
con la corona con que le coronó su madre en el día de su desposorio, 
Y el día del gozo de su corazón.”
 
 

El Señor quiere tener communion con nosotros

 
Les doy la bienvenida a todos. La gente suele encontrar al Señor cuando pasa por dificultades. Estos tiempos difíciles nos dan una oportunidad de encontrar al Señor. Esto también es cierto de ustedes y de mí. Cuando pensamos en el pasado y examinamos nuestras vidas pasadas, podemos ver que encontramos al Señor cuando pasamos por dificultades. Cuando estábamos sufriendo, pudimos buscar al Señor y encontrarle. En otras palabras, cuando estábamos sufriendo el Señor vino a buscarnos y nos encontró a través del Evangelio del agua y el Espíritu. De una manera similar, cuando encontramos al Señor, pudimos ser librados de nuestras dificultades. Cuando encontramos al Señor podemos ser salvados de todas nuestras preocupaciones y embarcarnos en una comunión profunda y auténtica con Él.
El Cantar de los Cantares también es conocido como la Canción de Salomón porque en ella habla de lo mucho que Dios nos ama. El Cantar de los Cantares es la Palabra de Dios para Sus siervos y la primera parte del pasaje de las Escrituras de hoy habla de la relación de amor entre Dios y Sus siervos de la siguiente manera: “Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma; Lo busqué, y no lo hallé. Y dije: Me levantaré ahora, y rodearé por la ciudad; Por las calles y por las plazas buscaré al que ama mi alma; Lo busqué, y no lo hallé. Me hallaron los guardas que rondan la ciudad, Y les dije: ¿Habéis visto al que ama mi alma? Apenas hube pasado de ellos un poco, Hallé luego al que ama mi alma; Lo así, y no lo dejé, Hasta que lo metí en casa de mi madre, Y en la cámara de la que me dio a luz. Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, Por los corzos y por las ciervas del campo, Que no despertéis ni hagáis velar al amor, Hasta que quiera.” En este pasaje el Señor nos está hablando de nosotros. El Señor está recordando cuándo nos encontró a través del Evangelio del agua y el Espíritu.
Aunque hayamos recibido la remisión de los pecados, cuando caemos en la tentación podemos dejar de querer tener comunión con el Señor. Pero el Señor todavía quiere tener una profunda comunión con nosotros, porque todavía nos ama. No solo quiere compartir comunión espiritual con nosotros profundamente, sino que quiere darnos fuerzas. El Señor nos ama más que las palabras, y en nuestras debilidades, quiere ayudarnos y darnos todo lo que necesitamos. Quiere corregir nuestros errores exponiendo nuestras debilidades. Y esta es la manera en la que el Señor resuelve nuestros problemas difíciles y nos enseña lecciones importantes.
Cuando nuestros corazones sufren, el Señor nos lleva al momento en que escuchamos el Evangelio del agua y el Espíritu por primera vez y nos pregunta: “¿Cómo escuchaste el Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Cómo eras antes de recibir la remisión de los pecados? ¿Por qué Palabra Mía recibiste la remisión de los pecados? ¿Cuál es tu estado ahora?”. De esta manera, el Señor quiere tener comunión con nosotros. Y con esta Palabra el Señor nos da fuerzas. Gracias a la Palabra de Dios los santos y los obreros de Dios reciben fuerzas. Renovamos nuestras fuerzas cuando Dios nos recuerda que somos Su pueblo y Sus obreros.
 
 

Para todos los que hemos recibido la remisión de los pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu la comunión es lo más importante en nuestra relación con el Señor

 
En nuestras reuniones compartimos comunión de fe los unos con los otros. Después de escuchar la Palabra de Dios, comemos y descansamos un rato y entonces nos reunimos otra vez para tener comunión con nuestros santos. Ahora que hemos encontrado el Evangelio del agua y el Espíritu y hemos recibido la remisión de los pecados por fe gracias al Señor, podemos compartir hermandad los unos con los otros acerca de las cosas que Dios ha hecho por nosotros. Estamos contentos de vivir y tener comunión en la Iglesia de Dios. A través de nuestra comunión podemos darnos cuenta de que Dios obra en nuestras vidas. Aunque haya muchos sedimentos sucios en nuestros corazones, los podemos eliminar haciendo la obra de Dios y teniendo comunión en la Palabra de Dios. A través de este tipo de hermandad los siervos de Dios se dan cuenta de que esta suciedad que tienen en sus corazones y mentes puede ser eliminada mediante la justicia de Dios. Por eso queremos tener comunión los unos con los otros.
El Cantar de los Cantares 3:1 dice: “Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma; Lo busqué, y no lo hallé.” ¿Por qué creen que el Señor buscó a Su amada? Para tener comunión con nosotros. En otras palabras, el Señor quiere compartir la carga de nuestros problemas y resolverlos por nosotros. Hay un proverbio coreano que dice: “Un hombre y una mujer pueden construir la Gran Muralla China en una noche”. Esto significa que un hombre y una mujer tienen grandes sueños incluso con tan solo compartir una cama por una noche. El Señor viene a buscar a Sus obreros para compartir la comunión espiritual con ellos. Y a través de nuestras dificultades podemos encontrar al Señor y tener comunión con Él aún más. Si no tenemos comunión con el Señor, nuestra cuerda espiritual de la vida se romperá. Aunque hayamos recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, si nuestra comunión espiritual con el Señor se rompe, moriremos.
¿Por qué piensan que tienen problemas? Estos problemas aparecen para que podamos tener comunión con el Señor. Así que, cuando hay dificultades, debemos darnos cuenta de la voluntad de Dios en ellas y vivir por fe. Estas dificultades son la base de nuestra comunión espiritual. Y a través de esta comunión el Señor nos está diciendo que vivamos por fe. El Señor no solo quiere tener una comunión por su parte. La verdadera comunión es posible solo si ambas partes la desean. En otras palabras, el Señor quiere tener comunión con nosotros por amor mutuo.
 
 

¿Aman a Dios entonces?

 
El amor no correspondido es trágico. Aunque muchos cristianos digan creer en Jesús como su Salvador, muchos de ellos aman al Señor sin que Él les ame. Estos cristianos confusos aman a Señor de manera unilateral, sin conocer Su verdadero amor. Este no es el tipo de amor que el Señor quiere de la gente, es el amor que muchos cristianos tienen por el Señor. Los que tienen un corazón pecador no son llamados pueblo de Dios por el Señor. Por eso su amor no es correspondido. Y por eso el amor no correspondido es tan triste. Aunque es amor, es un amor trágico.
El verdadero amor solo es posible cuando ambas partes comparten sus corazones. Nuestro amor debe ser reconocido. Nuestro verdadero amor solo es posible cuando está fundado en la gracia del Señor. Por supuesto es posible que un ser humano ame a otro ser humano o a una mascota. Pero el amor entre el Señor y nosotros es diferente.
El Señor nos dijo que fuésemos santos como Él es santo. Y nos ha hecho santos con el Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, somos dignos de tener comunión con el Señor y por eso el Señor vivo a buscarnos y quiere compartir con nosotros la verdadera comunión de la fe. Como todos nuestros pecados han desaparecido por nuestra fe en la justicia del Señor, podemos ir ante el Señor santo y tener comunión con Él. Si queremos compartir comunión espiritual con el Señor, solo es cuestión de tiempo que creamos en el Evangelio del agua y el Espíritu y recibamos la remisión de los pecados. Solo una persona que ha recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu puede tener comunión de fe con el Señor Santo. Solo esta persona puede tener comunión verdadera con el Señor.
Aunque el Señor ame a todo el mundo, no comparte Su amor con cualquiera. El Señor comparte Su amor solo con los que quiere compartirlo. En otras palabras, el Señor solo ama a los que han recibido Su justicia y la remisión de los pecados en sus corazones. El Señor está preguntándonos: “¿Habéis visto al que ama mi alma?” El corazón del Señor no ama a cualquiera. Su amor no es aplicable a una persona que no haya aceptado el Evangelio del agua y el Espíritu ni a quien sea demasiado arrogante para aceptar el amor del Señor. En realidad, quiere compartir Su amor y comunión solo con los que han sido limpiados de todos sus pecados al aceptar Su amor en sus corazones. No puedo dejar de hacer hincapié en lo importante que es que entendamos esto.
 
 

Aunque somos iguales en nuestra relación con los demás, esto no es aplicable a nuestra relación con Dios

 
Nuestra relación con Dios es fundamentalmente diferente de cualquier relación humana. En las relaciones humanas todos somos iguales; en la relación con Dios estamos subordinados a Dios. Aunque hemos recibido la remisión de los pecados al creer en la justicia del Señor, debemos hacer que el Señor reine en nuestros corazones como nuestro Rey. Debemos dejar el trono de nuestros corazones al Señor. Cuando el Señor viene a nosotros y nos habla debemos darle el trono de honor. Solo entonces podemos tener comunión con el Señor completamente.
El Señor dijo: “Que no despertéis ni hagáis velar al amor, Hasta que quiera” (Cantar de los Cantares 3:5). Esto significa que, mientras que el Señor quiere que tengamos comunión con Él, no quiere que sea unilateral. Cuando le pedimos al Señor que nos ayude, estamos teniendo comunión con Él. Pedirle al Señor que nos ayuda, nos proteja y nos bendiga es tener comunión espiritual con el Señor. Como el Señor tiene poder para contestar todas nuestras peticiones, pedirle ayuda al Señor Todopoderoso es el canal espiritual a través del que tenemos comunión con el Señor. Por eso el Señor dijo que no despertásemos al amor hasta que quiera. El Señor no quiere que Sus amados no se levanten o se despierten forzados. Esto significa que quiere que tengamos comunión con Él con nuestra propia voluntad. Dicho de otra manera, nuestra comunión con el Señor es cuando le contamos nuestros errores y le pedimos ayuda. El canal a través del que compartimos comunión con el Señor es nuestras oraciones.
Hace bastante tiempo había cierto miembro de nuestra Iglesia que no había recibido la remisión de los pecados. Esta persona se fue al final porque no había recibido el Evangelio del agua y el Espíritu. De todas formas, solía decir que era tan espiritual que, cuando cerraba los ojos para orar, podía ver el Cielo con un río hermoso fluyendo en medio y con árboles frutales a ambas orillas bailando con la brisa.
¿Quién no puede ver el Cielo en su propia imaginación? Cuando cantamos himnos acerca del Cielo, leemos la Palabra de Dios acerca del Paraíso, o cuando vemos la belleza de la naturaleza, podemos imaginar cómo es el Cielo. Pero esto es simplemente nuestra imaginación. Por el contrario, cuando le pedimos ayuda al Señor, esto es real. ¿Qué hay de ustedes? ¿Necesitan la ayuda del Señor? ¿Tienen muchas cosas que pedirle al Señor? Quizás no se den cuenta completamente de sus límites y todavía estén pensando que no necesitan mucha ayuda del Señor, pero cuando se dan cuenta de sus debilidades, verán que tienen muchas cosas que no pueden hacer sin la ayuda del Señor. Entonces podrán seguir pidiendo al Señor que les ayude. El Señor se complace más que nada con los que le piden ayuda porque es Todopoderoso. Se regocija cuando nos oye pedirle ayuda para hacer la obra que le complace. Sin embargo, si le pedimos ayuda al Señor solo para satisfacer nuestra codicia carnal, el Señor no se complacerá.
Nosotros estamos constantemente pidiendo al Señor que nos ayude en todo. Pero, debemos hacer esto mientras hacemos Su obra. Servir al Señor así es tener comunión con el Señor. Debemos hacer la obra del Señor en nuestras vidas diarias. Si no hacemos la obra justa del Señor, no podremos tener comunión verdadera con el Señor. Si no hacemos la obra del Señor, no podremos darnos cuenta de lo que desea ni conoceremos Su voluntad.
 
 

Al hacer la obra del Señor podemos tener verdadera comunión con el Señor

 
Cuando hacemos la obra del Señor por fe, podemos darnos cuenta de que el Señor se complace con nosotros. Podemos sentir en nuestros corazones que el Señor está lleno de gozo por nuestra obra. Esto se debe a que el Espíritu Santo está en nuestros corazones. Así es como nuestras fuerzas se renuevan. Y así es como podemos tener comunión con el Señor. Cuando hacemos la obra del Señor, estamos teniendo comunión con Él y por eso nuestros corazones y espíritus se levantan. Al hacer la obra de Dios podemos descubrir la voluntad del Señor y Su placer en Su obra y así nos sometemos al placer del Señor en vez de obedecerle a regañadientes. Como estamos haciendo lo que complace al Señor, esto nos llena de orgullo.
Cuando hacemos la obra de Dios, podemos hacer lo que complace al Señor diga lo que diga la gente del mundo. Aunque a veces seamos perseguidos para complacer al Señor, estamos haciendo Su obra porque es lo correcto. Soportamos el sufrimiento por el Señor. Así la obra que hacemos por el Señor nos permite tener comunión con Él. Y por eso quien haya recibido la remisión de los pecados debe hacer la obra del Señor. Todos debemos servir a la justicia del Señor y hacer Su obre de cualquier manera posible. Esto se hace para tener comunión con el Señor.
¿Qué ocurre entonces cuando tenemos comunión con el Señor? Que estamos bendecidos. Cuanto más hagamos la obra del Señor, en vez de quedarnos de brazos cruzados después de recibir la remisión de los pecados, más comunión podemos tener con el Señor y más cerca podemos estar de Su corazón. Vivir una vida así solo puede darnos bendiciones. Aunque vivir con fe parezca tenes desventajas para nosotros en nuestras mentes carnales, en realidad no es así. Por las fuerzas, dones y bendiciones de Dios estamos haciendo la obra del Señor. No podríamos hacer la obra del Señor si no nos hubiese dado la fe, el deseo y las fuerzas para hacerlo. Dicho de otra manera, como el Señor nos ha dado salud y fuerzas podemos hacer SU obra y como el Señor nos ha dado talentos, podemos hacer Su obra. Asimismo, cuando hacemos la obra del Señor con devoción, nuestros corazones se regocijan. ¿No es esto cierto? ¿No sentimos esto en el Espíritu Santo? Por supuesto que sí.
Por eso estamos contentos de hacer la obra justa del Señor. Si no tuviésemos la obra del Señor que hacer después de haber recibido la remisión de los pecados, estaríamos desesperados y moriríamos. Si no hubiésemos hecho la obra del Señor después de encontrarnos con Su justicia, estaríamos ahogándonos en todo tipo de pecados. Lo mismo ocurre con ustedes. Si no hubiesen hecho la obra del Señor después de haber encontrado Su justicia, estarían caminando según sus deseos.
No podemos tener comunión con el Señor si estamos demasiado preocupados con nuestro trabajo secular. Por el contrario, mientras hacemos la obra de Dios, a través de las dificultades que tenemos, los deseos malvados que aparecen en nuestros corazones y las bendiciones que recibimos de Dios, podemos aprender a tener comunión con el Señor. Todos los que estamos haciendo la obra de Dios podemos sentir que nuestra comunión con el Señor es especial. Todos los que estamos haciendo la obra de Dios tenemos muchas bendiciones de las que dar testimonio y nuestras fuerzas también son renovadas. Lo que diferencia a los obreros que hacen la obra del Señor de los que, a pesar de haber recibido la remisión de los pecados, no participan en la obra del Señor, es que los primeros tienen muchos testimonios que dar y los segundos muy pocos. Incluso entre nosotros hay personas que pueden dar su testimonio de fe y los que tienen muy poco que testificar. Los que tienen mucho testimonio son los que están haciendo la obra del Señor. Por eso tienen algo de lo que dar testimonio todos los días, mientras que los demás no tienen ningún testimonio que dar.
¿Puede una persona no tener testimonio que dar si esta persona no solo ha recibido la remisión de los pecados, sino que también está sirviendo al Señor? No, por supuesto que no. Todas estas personas tienen muchos testimonios que dar. Las bendiciones que han recibido de Dios no son las únicas cosas de las que pueden dar testimonio. Los testimonios vienen de muchas formas, desde las dificultades al consuelo del Señor, desde aprender lecciones espirituales importantes a eliminar los sedimentos de sus corazones. El Señor quiere tener comunión con nosotros a través de nuestros testimonios y peticiones, pero también quiere que vayamos a Él voluntariamente. Por eso el Señor dijo que no despertásemos al amor hasta que quiera. Así que, si no hacemos nada y no tenemos comunión con el Señor, acabaremos durmiendo. Es terrible que nuestra fe se duerma.
 
 

Si no están haciendo la obra de Dios incluso después de haber recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu son malvados

 
Estas personas son aún peores que los que no creen en la justicia de Dios. El Señor nos dijo que estuviésemos despiertos. Quien se haya convertido en obrero del Señor debe estar despierto espiritualmente sin excepción. Si no están despiertos ahora, deben despertarse y este despertar solo viene si empiezan a hacer la obra de Dios.
Cuando leemos el Cantar de los Cantares 3, 6-7 vemos la litera de Salomón. Está escrito: “¿Quién es ésta que sube del desierto como columna de humo, Sahumada de mirra y de incienso Y de todo polvo aromático? He aquí es la litera de Salomón; Sesenta valientes la rodean, De los fuertes de Israel” (Cantar de Cantares 3:6-7).
La litera de Salomón aquí se refiere a su carro real, y el pasaje anterior describe a la procesión real del Rey Salomón. Muchos de ustedes probablemente hayan visto una procesión real en la televisión o en el cine. Estas procesiones son enormes y magníficas, diseñadas con todo detalle para mostrar la majestad del rey. Así que el que “ésta que sube del desierto como columna de humo, Sahumada de mirra y de incienso Y de todo polvo aromático” (Cantar de los Cantares 3:6) se refiere al Rey Salomón. Esto se refiere a los obreros de Dios. Esta es una expresión poética de los obreros de Dios describiéndolos como literas de Salomón. Y esto nos describe a nosotros. Aunque tengamos muchas dificultades al hacer la obra de Dios, podemos pedirle ayuda y luchar por Su gloria. Así es como el Señor ve a los obreros de Dios. A los ojos de Dios, Sus obreros son espléndidos como la litera de Salomón. Así es como somos a los ojos de Dios. Como obreros de Dios somos magníficos a los ojos del Señor.
¿Cómo de maravilloso sería si los súbditos del rey tuviesen su favor? ¿Y qué maravillosa sería la comunión que tendrían con el rey? Este es el reto al que nos enfrentamos. Pero muchos de nosotros vivimos sin conocer este tipo de comunión verdadera. Por eso estoy tan frustrado. Los que viven confiando en la justicia de Dios saben lo que significa tener comunión con Él. La Palabra de Dios ilumina sus corazones. Cuando un ladrón lee la Biblia, todo lo que puede ver es cómo robar mejor. En otras palabras, una persona que tiene un corazón malvado solo puede ver maldad.
La Palabra de Dios es diferente dependiendo de quién la lee. Este es el misterio de las Escrituras. Cuando los obreros de Dios leen la Biblia ven lo que quiere decir la obra de Dios. Por el contrario, para un hombre carnal, leer el Cantar de los Cantares que habla del amor entre Salomón y la mujer sulamita, la Biblia parece una novela romántica. Así que, cuando un hombre carnal lee el versículo de la Biblia que dice: “Tus dos pechos, como gemelos de gacela” (Cantar de los Cantares 7:3) piensa que la Biblia es obscena. Pero yo nunca tengo esta impresión por mucho que lea este Cantar de los Cantares. Si sienten lo contrario, algo les pasa.
A los ojos de Dios, Sus obreros son tan aromáticos como la mirra y el incienso. La obra del Señor que estamos haciendo salva a la gente y precisamente para permitirnos hacer esta obra Dios nos da fuerzas. Y por eso nuestro Señor quiere que tengamos comunión con Sus obreros. Esta es la lección que todos nosotros debemos aprender del pasaje de las Escrituras de hoy.Aunque parezca que estamos enterrados bajo una avalancha de la obra de Dios, en realidad estamos teniendo comunión con el Señor a través de todo lo que hacemos por Él. Esto se debe a que estamos haciendo lo que complace al Señor. Como todos estamos trabajando según la voluntad del Señor, al final apreciaremos aún más que es lo que complace al Señor. Por tanto, no debemos olvidar el hecho de que, para tener comunión espiritual con Dios, debemos obedecer Su voluntad aún más.