Era el sacrificio de expiación por los pecados de un año de una sola vez. El sumo sacerdote ponía sus manos sobre la cabeza de un macho cabrío y expiaba de una vez los pecados de un año de todo el pueblo de Israel (Levítico 16:1-34).
Jesucristo completó los sacrificios por todos los pecados del mundo cuando se convirtió en el Cordero de Dios para tomar todo el pecado sobre Su cabeza a través de Su bautismo.